Blog del párroco
DOMINGO 11º DEL TIEMPO ORDINARIO (17 de junio 2012) 
viernes, junio 15, 2012, 03:48 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 11º DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura. Ezequiel 17, 22-24. Alcancé un árbol humilde

Salmo 91. Es bueno dar gracias al Señor.

2ª Lectura. 2ª Corintios 5, 6-10.En destierro o en patria nos esforzamos por agradar a Dios.

Evangelio. Marcos 4, 26-34. Era la semilla más pequeña pero se hace más alta que las demás hortalizas.

Comenzamos una etapa de domingos del Tiempo Ordinario que se extenderá hasta la fiesta de Jesucristo Rey del universo, a mediados de noviembre y comencemos un nuevo ciclo. Mientras tanto, iremos escuchando de manera continuada el evangelio de Marcos que nos ayudará a ser buenos discípulos de Jesús.

Hoy Jesús nos habla en parábolas: la del grano de trigo y la del grano de mostaza. Con las parábolas Jesús nos habla de la verdad de Dios y de la belleza de las cosas de Dios, y lo hace implicándonos, interpelándonos con la historia y esperando, por tanto, una respuesta nuestra. Es un lenguaje sencillo y profundo, comprensible para quien sabe contemplar la naturaleza y descubrir todas sus enseñanzas.

En la parábola del grano de trigo Jesús nos habla de una semilla que es plantada y que, silenciosamente y sin que nadie haga nada, sigue su camino y va creciendo. Da por supuesto, en la parábola anterior del sembrador, que es necesaria la buena tierra, para que llegue a dar buena cosecha o como dice la parábola siguiente, a convertirse en un árbol frondoso donde lleguen a anidar hasta las aves del cielo.

Llama la atención el que dentro de la semilla haya tanta vida y el que una mano cuidadosa vele por su crecimiento. En la vida apostólica hay que confiar en la Palabra, en su fuerza, su verdad, su eficacia; y en el cuidado providente del Señor. A nosotros nos toca sembrar la mejor semilla, hablar de Jesucristo, no de otras ideas ni teorías; cuidar que la tierra esté lo mejor preparada, atendiendo a las personas para que no se apague en ellas el hambre de Dios y lo puedan acoger con un corazón humilde; y esperar y confiar, porque la eficacia está en Jesucristo. El es el Reino anunciado, nosotros podemos pertenecer a él.

Pablo VI nos decía a los sacerdotes que en el ejercicio de nuestro ministerio sembráramos mucha doctrina y lo hiciéramos con mucho valor, con mucha vida. Doctrina, que la palabra de Dios sea anunciada…y ella, con la fuerza del Espíritu, irá produciendo frutos.

La parábola del grano de mostaza subraya el contraste entre una semilla muy pequeña y el árbol que llega a ser. Pueden ser muchas las dificultades que tenga la palabra pero la eficacia depende de Dios.

El creyente tiene que evitar la tentación del cansancio (no puedo) y de la desesperanza (todo está muy mal y no vale la pena) contando con que Dios es el principal agente empeñado en la buena cosecha. Además, sabemos, que de una acción aparentemente insignificante, una pequeña semilla, puede salir un gran árbol. El mal solamente se vence con bien. El sembrador es bueno, la semilla excelente… al final la cosecha tiene que ser muy buena aunque en algún momento parezca que la tapan las malas hierbas. Sembrar sin cansarnos, aun en los ambientes más difíciles; la eficacia depende de Dios, de su Palabra; él sabe escribir recto con renglones torcidos, interpelar desde todas las situaciones y circunstancias, y salirnos al paso, porque solamente él tiene la llave de nuestro corazón, insatisfecho e “inquieto hasta que descanse en ti”, como decía San Agustín.

Si Jesucristo nos ha cambiado la vida muestro deseo debe ser, “en desierto o en patria”, como nos dice San Pablo, darlo a conocer, compartirlo; además, la última recomendación antes de marcharse al cielo fue, “id por todo el mundo y enseñad y bautizad…”


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