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DOMINGO 13º DEL TIEMPO ORDINARIO (1 de julio 2012) 
sábado, junio 30, 2012, 05:57 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 13º DEL TIEMPO ORDINARIO ( 1 julio 2012)

1ª Lectura. Sabiduría 1,13-15; 2,23-25. Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo.

Salmo 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

2ª Lectura. 2ª Corintios 8, 7-9. 13-15. Vuestra abundancia remedia la falta que los pobres tienen.

Evangelio. Marcos, 5, 21-43. Contigo hablo, niña, levántate.

“Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes…Dios creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su misma naturaleza”. Esta es la reflexión del autor del libro de la sabiduría, persona profundamente creyente, que contempla situaciones que el ser humano considera ilógicas o injustas, de dolor y de muerte, y que no puede aceptar que procedan de Dios. ¡Cuántas veces nos encontramos en situaciones similares y no sabemos cómo consolar!

Dios lo hizo todo bien, “y vio Dios que era bueno”. Nuestro Dios es el Dios de la vida que nos amó desde la eternidad y nos creó a su imagen y semejanza para compartir la eternidad con él. El mal es fruto del demonio que hizo entrar el pecado en el mundo, y con el pecado la muerte.

El evangelio nos presenta a Jesús como el Señor de la vida: cura a los enfermos y resucita a los muertos. San Marcos, entrelazados en el mismo relato, nos presenta dos milagros. De camino a casa del jefe de la sinagoga, Jairo, le sale al paso la mujer hemorroisa. Es un encuentro muy emotivo. Era una mujer enferma desde los doce años, nadie le había podido ayudar, es más, había empeorado; confía en Jesús, en tocarle solamente el manto y va por detrás. Jesús nota una fuerza que sale de él, pregunta y se encuentra con una humilde mujer temblorosa; la mira, comprende y le dice “mujer tu fe te ha curado”. Siempre la relación personal con cariño y misericordia. A Dios le preocupa el hombre entero, alma y cuerpo, vida y dignidad (porque esta enfermedad haría que en su comunidad consideraran impura a la mujer, por los flujos continuos de desangre). Dios viene a curar y a salvar.

La hija de Jairo era una niña de doce años, que entraba en el mundo de las mujeres adultas. Su muerte ha producido un gran dolor en sus padres y familiares. Jesús sale al paso, escucha la súplica de aquel padre y se dirige a la casa paterna; en la habitación, le toma de la mano y en su lenguaje materno la llama: “niña, contigo hablo, levántate” (“Talitha qumi”) ¡la mismísima voz de Jesús! Y pidió que dieran de comer a la niña.

A Jesús le conmueve el sufrimiento del ser humano, de la enferma y de los familiares de la difunta: Y actúa por compasión. No hay ninguna exhibición de poder, ni búsqueda de protagonismo, de influencia o provecho personal: solamente tiene interés por el ser humano que sufre, cuerpo y alma. Porque él es el Dios de la vida.

Y su actuación es discreta y delicada. A la hemorroisa, viéndola enferma y asustada le dice “tu fe te ha salvado”. A la hija de Jairo, en la habitación, tomándola de la mano la llama, “niña…levántate”. No sabemos el nombre de ninguna de las dos mujeres, porque esto lo hace el Señor con cualquier persona necesitada. En medio del tumulto, capta los motivos de sufrimiento, nunca le ciega ni le ensordece la fiesta. Y valora la intercesión del padre y de cualquiera de nosotros, desde la oración, para remediar la necesidad del que sufre.

Esta es la misión de la iglesia y el compromiso de cada cristiano: estar, eficazmente atentos ante los hermanos que sufren por múltiples necesidades. Y hacerlo desde el silencio y de manera perseverante, buscando solo el bien de los demás. No caigamos en la dinámica del mundo, de los que quieren más poder y quieren sacar provecho hasta de las desgracias ajenas. A los pobre se les ayuda con corazón de pobre, no se les humilla; se les quiere y se les acompaña en la vida.

En nuestro tiempo hay muchas ideologías de muerte, que parece que forman parte de la cultura y del progreso de la humanidad, pero que el autor del libro de la sabiduría las considera acción del demonio: quienes provocan, por distintos intereses las guerras y apoyan por ideologías el terrorismo; quienes están detrás del complejo mundo de las drogas, que genera tanto dinero y provoca sufrimientos y muertes; los que, bajo la excusa de los derechos individuales, la dignidad del enfermo, o el ejercicio de las libertades personales, ponen límites a la vida con la eutanasia y la controlan y manipulan la vida o provocan los abortos. Tenemos que seguir proclamando que Dios no hizo la muerte ni se complace con la destrucción ni el sufrimiento de los vivientes. Dios ama la vida, consuela, cura y resucita. El es el Señor de la vida, no el hombre.

A ser sus testigos y a trabajar desde sus valores, que son los nuestros, para que en el mundo no deje de estar presente otra dinámica, la del amor y la de la defensa del ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios para compartir con él toda la eternidad.


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