Blog del párroco
JUEVES SANTO. CELEBRACION DE LA ULTIMA CENA DEL SAÑOR. Ciclo A (17-4-2014) 
miércoles, abril 16, 2014, 03:19 PM - Comentarios a las Lecturas
JUEVES SANTO. MISA DE LA CENA DEL SEÑOR. Ciclo A. (17-4-2014)

1ª Lectura. Éxodo 12, 1-8.11-14. Prescripciones sobre la cena pascual.

Salmo 115. El cáliz que bendecimos es comunión con la sangre de Cristo.

2ª Lectura. 1ª a corintios 11,23-26. Cada vez que coméis del pan y bebéis de la copa, proclamáis la muerte del Señor.

Evangelio. Juan 13, 1-15. Los amó hasta el extremo

Jesús quiso celebrar con sus discípulos la cena pascual. Se hacía en familia y ellos eran su familia.

Pero los discípulos no sabían que quería adelantar su propia celebración pascual, su paso de este mundo al Padre y nuestra propia liberación; y quería hacer algo más, completamente inimaginable: hacerla coincidir con la institución de la eucaristía, quedarse con nosotros para siempre en el sacramento del pan y del vino . El Señor tenía su corazón lleno de emociones: era su cena de despedida: El nos convocaba, nos servía, se nos entregaba. Y se quedaría en su cuerpo, alma y divinidad, por amor y como exigencia de amor.

En aquella cena estaban, estamos, todos invitados: el que le iba a traicionar, el que le iba a negar, los que le iban a abandonar. Y todos los que le han sido fieles a través de los tiempos. El sirvió el primero a Judas, como siempre se distingue al más importante.

El ambiente se tensionó cuando Jesús anunció que uno de ellos lo entregaría. Nos alerta de que dentro de la comunidad también puede existir el traidor.

El evangelista Juan nos dice lo que pasará esa noche: “Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

Quien ya se había despojado de su rango, de su condición divina, se despojó de su manto, y, de rodillas, les comenzó a lavar los pies a todos. Para ser de los suyos hay que dejarse amar y servir, sin poner resistencias, para poderse poner a los pies de los demás, como hizo Jesús, sirviendo, despojándose, entregándose.

Y nos dio el mandamiento del amor. ¡Nos estaba amando tanto, que nos podía pedir amor! Solamente es capaz y sabe amar, el que ha sido amado y valora el amor recibido. Jesús nos puede pedir amor, porque nos ha amado hasta el extremo a todos, siendo nosotros todavía pecadores. Y acogemos su amor, cuando correspondemos, desde nuestra pequeñez y pobreza, amando como Jesús a todos.

“Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre…” Me tenéis a mí y a mi vida, nos dice Jesús. “Haced esto en memoria mía” ¡Que no falten sacerdotes que celebren la eucaristía, sacramento del amor hasta el extremo, de Dios, pan de vida, para seguir el camino!

El cristiano tiene que vivir la profunda alegría de sentirse tan amado, y que la gratitud nos mueva a corresponder. La alianza de Jesús es eterna; somos una familia, su familia; la comunión nos tiene que transformar en otros cristos.

Nuestro destino es el cielo, la eucaristía es viático, alimento para el camino. Presencia real de Dios.

Participemos en la celebración de la eucaristía siempre que podamos. Que la unión con Cristo nos trasforme. ¡Cuántas comuniones hemos recibido desde el día de nuestra primera comunión! Vivamos la “comunión” con todos los hermanos que nos necesiten. Disfrutemos de la presencia en el sagrario, donde el Señor nos espera. Abramos los ojos de la fe para ver en el hermano que sufre, el cuerpo de Cristo que se nos entrega.

Comentarios