Blog del párroco
DOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 6-7-2014 
viernes, julio 4, 2014, 10:55 AM - Comentarios a las Lecturas
enDOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A (6-7-2014)

1ª Lectura. Zacarías 9, 9-10. Tu rey viene pobre a ti.

Salmo 144. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.

2ª Lectura. Romanos 8, 9.11-13. Si con el Espíritu dais muerte las obras del cuerpo, viviréis.

Evangelio. Mateo 11, 25-30. Soy manso y humilde de corazón.

“Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”. Jesús ora, da gracias, porque las cosas de Dios y de su proyecto sobre el mundo solo lo entienden las personas pobres y sencillas, en el sentido de las bienaventuranzas: los humildes. Este es el signo de que ha comenzado el tiempo de Dios, el Reino de Dios.

Los creyentes tenemos necesidad de dar gracias porque caemos en la cuenta de los muchos dones recibidos de Dios. Todo es don de Dios y reconocerlo es mirar la vida desde otra clave: reconocer es valorar, agradecer y desde la humildad, corresponder. Los “entendidos del mundo” pueden estar ciegos a la acción de Dios y pensar que todo es mérito personal, que cualquier dificultad que se les presenta es una injusticia que se les comete y que valen y se merecen más que los demás. El resultado es la amargura y la tristeza.

La oración de Jesús nos descubre que Dios es sencillo, como nos dice la primera lectura; que podemos acudir a él con gozo y confianza. Es más, que debemos acudir a él cuando estamos “cansados y agobiados”. Solamente desde la sencillez, la verdad y el amor, se puede acceder a él.

La vida es un deambular llenos de cargas: las que proceden de nosotros, de nuestra salud, de nuestro trabajo, de nuestras frustraciones, de nuestros pecados. Y de nuestros familiares, amigos, personas cercanas. Y de la Iglesia. Y del mundo. Y del futuro… ¡Cuántas cargas y cuantos agobios! “Venid a mí”. El Señor nos hace ver su amor, su presencia y acompañamiento permanente (no vigilancia) y nos invita a vivir de su Espíritu (nos habla la segunda lectura).

Necesitamos vivir de su Espíritu, y que nos libere de tantos intereses y condicionamientos humanos, falsas e imaginarias metas. Solo su Espíritu nos hace realmente libres. A su Espíritu se le encuentra en el interior de cada uno, en la oración, en la contemplación de su palabra.

Estamos otra vez en verano. Otro ritmo de vida. Otras personas. Más tiempo para muchas cosas. Sería triste que termine el verano y estemos tristes, agobiados, con la sensación de que hemos perdido el tiempo. Insatisfechos.

El que está en contacto con Dios y tiene una actitud de admiración y agradecimiento, disfruta todas las situaciones nuevas, aprende de todas las personas y encuentra en la vida misma motivos de entrega gozosa en el día a día.

Feliz verano. Disfrutad de las confidencias con el Amigo.

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