Blog del párroco
DOMINGO 21º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 24-8-2014 
domingo, agosto 24, 2014, 04:58 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 21º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 24-8-2014.

1ª Lectura. Isaías 22, 19-23. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David

Salmo 137. Seño, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

2ª Lectura. Romanos 11, 33-36. Él es origen, guía y meta del universo.

Evangelio. Mateo 16, 13-20. Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los cielos.

El Señor a cada uno nos pregunta, para que personalmente nos aclaremos: ¿Quién soy yo, para vosotros? Preguntarnos y respondernos sobre qué lugar ocupa realmente en nuestra vida, es preguntarnos sobre nuestra fe y nuestra amistad con el Señor. ¡Ojalá podamos responder como Pedro, porque la claridad de la respuesta nos ayuda a ser coherentes. Realmente, ¡qué seriamos si el Señor no estuviera en el centro de nuestra vida! Nos faltaría claridad, motivos para la constancia, coraje, razones para amar y luchar cada día.

Eso no querer decir que en nuestra vida no esté presente el pecado. Pedro experimento el miedo, el respeto humano, el interés…y otras cosas que nacerían de su relación con los otros, con los apóstoles y con los demás. Pero el Señor le dijo: “sobre esta piedra, que tu eres, edificaré mi Iglesia”. “Confío en ti, en tu capacidad de ser amigo fiel, en que superarás tus propias contradicciones, en tus lágrimas, en que cambiarás y te harás a mí…” Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

Y luego fuimos viniendo nosotros, piedras calizas débiles, inconstantes, sin conciencia de edificio ni sentido de pertenencia, pequeñas y difíciles de encajar…y el Señor nos fue incorporando al edificio de la Iglesia, su cuerpo, su esposa, su barca, su templo, su pueblo.

Demos gracias a Dios sin parar. Por el Bautismo, que recibimos de niños y nos incorporó. Por la catequesis, por las enseñanzas de los nuestros y de tantas personas, por la Palabra, por el perdón sacramental, por la eucaristía, porque tenemos una familia que nos acoge y reúne, aunque muchas veces no seamos conscientes y nos escondamos.

Demos gracias, porque la barca es frágil, pero el timonel es Jesucristo. Porque los vientos son “contrarios” muchas veces, pero el Espíritu es el viento que mueve y dirige realmente las velas. Porque Cristo nunca está dormido, aunque lo parezca. Los sueños de Jesús, en la barca, son para estimular nuestra entrega y sentido de pertenencia.

En la barca que es la Iglesia, todos tenemos sitio. Nunca se dice “no cabe nadie mas”. Tampoco se rechazan a los débiles o pecadores. Hace falta, sentirse de Cristo y querer conseguir las metas que él nos traza.


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