Blog del párroco
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA. Ciclo B. 28-12-2014 
sábado, diciembre 27, 2014, 10:25 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA. Ciclo B. 28-12-2014.

1ª Lectura. Eclesiástico 3,3-7.14-17ª. El que teme al Señor honra a sus padres.

Salmo 127. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.

2ª Lectura. Colosenses 3, 12-21. La vida de familia vivida en el Señor.

Evangelio. Lucas 2, 22-40. El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.

Jesús nació en el seno de una familia, necesitó el ejemplo, la protección, los cuidados y el amor de sus padres.

En la familia de Nazaret cada uno ocupó su lugar y fue consciente de su misión; José y María vivieron para el Niño. Fueron una auténtica comunidad de vida y amor. Allí el Niño lo aprendió todo: a amar, a rezar, a respetar, a estar con los demás, a mirar la naturaleza… También aprendió a escuchar a sus padres, y a Dios Padre, estando atento a lo que Dios le pedía y a los tiempos que le marcaba. El Niño era feliz y crecía en edad, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres.

Las familias cristianas debemos mirar a la familia de Nazaret para imitarla. Es la escuela donde se aprende a amar, la iglesia doméstica donde se trasmite la fe y somos iniciados en la oración, la comunidad primera donde aprendemos a vivir con los demás, a priorizarlos, a valorar lo que recibimos, aportar lo que somos. La familia debe acompañar y respaldar, sin quitar libertad, pero ayudándo a no afrontar en soledad momentos difíciles: la crisis económica y la pobreza, las enfermedades, la atención a los niños para que pueda compaginarse el trabajo de los padres…¡qué necesaria es una familia armónica, como la de Nazaret, donde ocupando cada uno se sitio, unidos por el amor, están dedicados al más débil y necesitado!

Hoy vivimos otros tiempos. Nos intentan imponer como normales y signo de avance de los tiempos, otros tipos de “familias” y relaciones. Se vive en la increencia, porque no se respeta la ley de Dios; se rompen matrimonios de todas las edades, culturas, procedencias…por cansancio, rutina, falta de amor, presencia engañosa de nuevas personas. El “amar para siempre” no es concepto en el que se cree ni por el que se lucha. Se vive en un ambiente divorcista, donde lo normal es dejar, cambiar, iniciar algo nuevo que se siente como más novedoso…Lo raro es ser fiel y permanecer. La palabra de Dios no es el gran criterio en la vida personal de fe: “ser una solo carne, para siempre; no cometerás actos impuros; no desearás la mujer de tu prójimo…”

Para mucha gente que defiende estas costumbres e ideas, lo realmente importante es, que nada coarte la libertad personal, (ni cónyuge ni hijos, ni…) y que no “sea forzada” la voluntad de nadie. Vivir el momento presente, buscando la máxima satisfacción y libre de compromisos posteriores.

Los cristianos debemos cuidar a nuestras familias y vivir en coherencia con la fe que profesamos. Lo primero es el testimonio de lo que creemos y vivimos. Ya sabemos que hay que acoger a los hijos en cualquier situación y no cerrarles nunca las puertas de nuestro corazón ni de nuestras casa, pero esto no significa “estar de acuerdo”, ni “aceptar” determinadas formas de actuación o costumbres recientes, extrañas al proyecto de Dios, aunque estén muy generalizadas.

Nosotros vivimos el evangelio del Señor, el evangelio del amor fiel hasta la entrega total, de la defensa de la vida en todas sus etapas, del no nacido, del enfermo, del anciano. Debemos apoyar e impulsar todas las acciones que tengan como finalidad defender los derechos de las personas y de las familias. Misión de los matrimonios y de las familias cristianas es ser testigos y presencia del amor de Dios al mundo, y colaborar con el Señor en la trasmisión de la vida.

Que el ejemplo de la familia de Nazaret nos ilumine, nos haga crecer en las virtudes domésticas y en la unión en el amor.


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