Blog del párroco
DOMINGO 4º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 1-2-2015 
viernes, enero 30, 2015, 08:34 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 4º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 1-2-2015.

1ª Lectura. Deuteronomio 18, 15-20. Suscitaré un profeta. Pondré mis palabras en su boca.

Salmo 94. Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.

2ª Lectura. 1ª a Corintios 7, 32-35. El célibe se preocupa de los asuntos del Señor.

Evangelio. Marcos 1, 21-28. Les enseñaba con autoridad.

Jesús comienza su actividad participando en la reunión que se realizaba en la sinagoga el sábado. Participa, como un judío piadoso más, y Marcos nos subraya la cualidad de su enseñanza y la autoridad de sus palabras.

Jesús no hablaba de memoria ni se entretenía en pequeñas e insustanciales discusiones, el hablaba con verdad, con convicción, con autoridad. Su palabra suscitaba interés, porque esperaban la salvación de Israel.

Pero, además hace milagros, tiene signos, no se queda solo en palabras. A la sinagoga acudían muchos pobres y enfermos de todo tipo; en este caso se habla de un hombre que tiene un espíritu inmundo.

Hoy es este espíritu quien presenta a Jesús, quien le revela: dice que ha venido a acabar con ellos y dice de él que es el Santo de Dios.

Marcos nos presenta a Jesús como el Salvador de la humanidad, de los pecados y de las inmundicias. Jesús es Dios presente que está ya actuando. Habla al espíritu con mucha fuerza:”Cállate y sal de él”. El espíritu violenta al enfermo antes de abandonarlo, viendo la lucha difícil entre el bien y el mal, aun contando con la ayuda del Señor. La gente queda admirada porque Jesús habla y actúa con autoridad, porque a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.

Así comienza Jesús su misión y así la ejerce. El mundo está necesitado de palabras de verdad, las de Dios, a quien normalmente no se escucha porque solo se está atento a uno mismo, a nuestros intereses y caprichos. Pero, sobre todo, estamos necesitados de acciones que nos liberen del mal que llevamos en nuestro interior, del pecado personal, de todo lo contrario a Jesús que llevamos dentro y que nos cambia, nos destruye y provoca tanto mal en los demás por nuestras malas acciones.

La Iglesia y cada cristiano tenemos la gran misión de evangelizar como Cristo, con obras y palabras. Cristo tiene mucha fuerza, es santo y en él está todo el bien y la verdad que el ser humano anhela y necesita. La Iglesia y los cristianos, como Cristo tenemos que ser santos y hacer acciones que ayuden a los hermanos a que se sientan liberados de tanto mal. El testimonio de cada cristiano y de la Iglesia son creíbles si miran más a Cristo crucificado, a su estilo de vida y a sus prioridades. Cristo es la única esperanza de los pecadores y de los pobres. Y obras, acciones. No podemos quedarnos en palabras y promesas sino comprometernos en acciones realmente liberadoras.

No podemos tener otra pasión, otro lenguaje, otro estilo, otros retos, otras prioridades, otros sueños…que los de Cristo acciones. Que él nos configure y actúe con nuestras obras.

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