jueves, noviembre 3, 2011, 07:16 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 32º DEL TIEMPO ORDINARIO (6 de noviembre)1ª Lectura. Sabiduría 6, 13-17. Encuentran la sabiduría los que la estiman y la buscan.
Salmo 62. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
2ª Lectura. 1ª a Tesalonicenses 4, 12-17. A los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él.
Evangelio. Mateo 25, 1-13. Que llega el esposo, salid a recibirlo.
Todos los años, al acercarnos al final del año litúrgico (la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo será dentro de dos semanas) las lecturas nos hablan de la muerte, del sentido de la vida, del final de los tiempos, del cielo. Son cuestiones que normalmente no nos planteamos. Unas veces, porque estamos entretenidos y ocupados por las cosas que llenan el presente y que creemos que son las que realmente valen la pena; otras, porque pensamos que perdemos la vida si, por el futuro, sacrificamos algo que creemos gratificante del presente; otras, porque no queremos pensar que tenemos que dar cuentas a alguien y que nos espera una vida eterna.
Este mes lo hemos comenzado con dos celebraciones que nos recuerdan el cielo y la eternidad: la solemnidad de todos los santos y la conmemoración de todos los fieles difuntos. Hay vida, después de esta vida. La vida en plenitud comienza en este tiempo, cuando vivimos desde el espíritu de las bienaventuranzas, y la completa Dios en la vida eterna.
La liturgia hoy nos habla de la sabiduría que ya está impresa en el corazón del creyente en el que está vivo el anhelo, la sed de Dios, como diremos en la respuesta del salmo; también Pablo en la segunda lectura nos dice que sabiduría es creer en la resurrección de Jesús y en sus consecuencias, “sabemos que si creemos…Dios nos llevará con él”; en el evangelio contemplamos la sabiduría de las vírgenes prudentes que no solo supieron esperar con las lámparas encendidas, sino que también lo hicieron con las alcuzas llenas de aceite, para resistir todas las adversidades y llegar al final en condiciones.
Es la sabiduría de la fe.
Si Dios, por puro amor, desde la creación del mundo, ha hecho tanto por nosotros, y con su providencia nos cuida y nos protege, no va a ser todo para nada. Nos ha creado para un destino eterno. La verdadera sabiduría está en la vida de fe, que nos busca (porque es gracia) y a la que nosotros tenemos que salir al paso y corresponder. Es la sabiduría de quien ha descubierto lo fundamental y por ello, pospone (no sacrifica) lo que vale menos.
La lámpara encendida es la fe y las obras de la fe. El aceite es la oración, el tiempo que dedicamos al Señor, a no perder el verdadero sentido de todo. Se puede haber tenido temporadas de una fe muy luminosa, pero importa la perseverancia, llegar al final con la lámpara encendida. Es un peligro vivir entretenidos en lo que no es realmente importante( porque tiempo todos tenemos para lo que nos importa e interesa) y que cuando el Señor venga a nosotros estemos dormidos y con la vida vacía de obras buenas. La vigilancia se completa con la perseverancia; atentos hasta el final.
De esta parábola ha desorientado a muchos la actitud, aparentemente egoísta, de las vírgenes prudentes. Sabemos que la caridad multiplica las cualidades y capacidades de quien la practica, y nos extraña que no dieran un poco de su aceite, para que llegara a todas; pero sabemos que hay dimensiones de la vida, como la fe o la caridad, o el mérito (nadie puede ser héroe ni santo por otro), que son personales. Se puede dar ejemplo, se puede proponer, animar…pero es personal aceptar y responder.
Pidamos al Señor que nunca nos falte la verdadera sabiduría de tenerle a El como nuestro principal Bien.
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