lunes, junio 4, 2012, 11:03 PM - Otros
LA PARROQUIA - (2). 30 de mayo de 2012.El templo parroquial es la casa de Dios entre las casas de los hombres, no es una nave dedicada a servicios religiosos. Es la casa de Dios y la nuestra; Dios está entre nosotros como un vecino. Y así acudimos a la Iglesia, con el mismo gusto que vamos a nuestra propia casa.
Al templo parroquial lo tenemos que querer y cuidar. Allí vamos a rezar y es donde nos encontramos con otros cristianos, miembros de la comunidad, con quienes compartimos la fe, el bautismo, la eucaristía…y estos son lazos muy fuertes y vinculantes. En ninguna familia un miembro es alguien lejano y que no interese.
Por la nueva situación del mundo y de la sociedad, hay nuevos fenómenos que afectan a la vida de la parroquia. Hay muchos cristianos que no participan de la vida de la parroquia con regularidad: los que viven la fe en ocasiones especiales (bautizos, entierros, bodas, celebraciones extraordinarias…) sin saber a qué parroquia pertenecen ni tener una parroquia concreta de referencia (a veces es, “vivía por aquí mi abuela”, “vinimos a un bautizo”…); también cristianos que “recomienzan o retornan”, dejaron la práctica religiosa y por algún motivo especial quieren volver a su vida cristiana anterior; inmigrantes cristianos procedentes de otras culturas que necesitan una comunidad de referencia y a veces, algún inmigrante no cristiano que quiere conocer el cristianismo; algún neo-converso…Y muchos cristianos, practicantes pero anónimos, sin sentir la pertenencia a una comunidad como algo connatural a la vida cristiana, hoy van aquí, mañana allá, “haciendo un favor a la comunidad que benefician con su presencia”.
La comunidad la formamos todos. Los sacerdotes somos los servidores de la comunión, con la responsabilidad de enseñar y celebrar los sacramentos. Debemos animar y promover la participación de los seglares, para que la parroquia pueda acoger y acompañar a todos, desde los niños hasta a los ancianos y enfermos, atendiéndoles en lo que necesiten desde nuestras posibilidades. La comunidad de referencia es una ayuda imprescindible para mantener la fe en ambientes difíciles y sentir el apoyo de alguien muy cercano.
A los laicos cristianos se les pide lleven una vida cristiana sencilla, con una fe auténtica (es otra cosa que un sentimiento momentáneo), en constante maduración (debe progresar la formación religiosa o teológica al unísono con la formación humana y técnica), y que se traduzca en una verdadera vida cristiana en el mundo donde son testigos de la esperanza que hay en ellos. Un cristiano que participa en la eucaristía dominical, que vive fielmente su matrimonio, está dedicado a su familia, es bueno en su profesión, justo y respetuoso con su prójimo; sensible ante las necesidades de los pobres y comparte según sus posibilidades, es un buen testigo de Jesucristo en el mundo.
Al laico no se le pide que haga las funciones del sacerdote (que se clericalice) sino que viva su fe en medio de las realidades sociales y participe, en lo necesario, en el funcionamiento de la comunidad. La misión del sacerdote tampoco es dedicarse solo al “esplendor de la liturgia” sino presidir, unir y animar la comunidad cristiana para que ayude a vivir la fe y sea en medio del mundo Cristo, sal y luz en la sociedad, con todos los medios necesarios para realizar su misión.
La parroquia es necesaria. Que tenga vida, que esté abierta, que el sacerdote esté disponible, que cuente con actividades y servicios que acojan y acompañen a todos. Que sea espacio de oración, escuela de formación, hogar de familia, lugar de encuentro donde nos sintamos consolados y acompañados…Que sea Cristo, que haga lo que hoy quiere seguir haciendo Jesucristo, desde nosotros que somos su cuerpo.
Queda mucho camino por recorrer ya que, muchas veces, lo que pedimos a la parroquia son otras cosas, procedentes de nuestras comodidades y gustos particulares. Esto suele generar disgustos e insatisfacciones en los sacerdotes, cuya misión ya es difícil. Sufrir “por causa de la justicia” te hace “bienaventurado”, pero hacer resistencia a cosas que crees que son una deformación de tu ministerio te producen vacío y tristeza.
Esperemos hacerlo bien con la ayuda del Señor.
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