sábado, octubre 5, 2013, 10:28 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (6-10-2013)1ª Lectura. Habacuc 1,2-3;2, 2-4. El justo vivirá por su fe.
Salmo 94. Escucharemos tu voz, Señor.
2ª Lectura. De la 2ª carta de San Pablo a Timoteo. No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor.
Evangelio. Lucas 17, 5-10. ¡Si tuvierais fe…!
El día de nuestro Bautismo se nos entregó “la luz de Cristo” significada en la luz que encendimos del Cirio pascual. “A vosotros padres y padrinos se os confía acrecentar esta luz. Que vuestro hijo/a, iluminado/a por Cristo camine siempre como hijo de la luz y perseverando en la fe pueda salir al encuentro del Señor”. ¡Que no se apague esa luz!
Por la fe de nuestros padres fuimos incorporados a la Iglesia. Luego, a lo largo de nuestra vida, ¡cuántos ejemplos de vida hemos recibido de personas cercanas a nosotros, que nos han querido mucho y que hemos admirado! Y hemos caminado como cristianos, unas veces con energía, otras, a pesar de nosotros mismos; unas etapas con alegría y fuerza, otras…cumpliendo, a penas, nuestras obligaciones de cristianos ¡Cuántas veces le hemos dicho al Señor: “creo, pero aumenta mi fe”.
Nos ha impresionado el sufrimiento producido por las dudas de fe en santos muy queridos… nos ha inquietada ver a tanta gente que vive en la increencia, como si Dios no existiera, y a tantos otros, que dejándose llevar por las cosas de la vida, parece que han dejado de ser y vivir como cristianos.
Hoy el Señor nos dice: ”Si tuvierais fe como un grano de mostaza diríais a esa morera: arráncate de raíz… y ocurriría”. A nosotros no nos ha pasado nunca lo de la morera.
Nosotros siempre hemos tenido y sentido cerca al Señor, pero hemos pensado que nuestra fe era muy débil.
Algunas veces nos hemos escondido del Señor y hemos actuado como si no lo escucháramos, pero siempre lo hemos tenido cerca. Hemos visto claramente lo que El hace en personas cercanas a nosotros; a veces, lo hemos considerado normal, como no dándole importancia; otras, nos ha impresionado.
Hemos acudido a Él en situaciones en que estábamos completamente rotos, y hemos salido nuevos; débiles, pero recompuestos. Hemos vivido momentos de oscuridad total y hemos mirado a la cruz, al tremendo silencio del crucificado, y “hemos visto y hemos aceptado, sintiéndonos confortados”. Sin decir palabra, como decía aquella mártir: “Quéjate si puedes al pie de la cruz”.
A lo largo de nuestra vida, el único que ha estado siempre, con distintas formas de presencia, ha sido el Señor. La gente que más nos ha querido han entrado y han salido (padres, amigos…). Solo el Señor nos ha dado unidad, nos ha acompañado, nos ha sostenido…y es quien nos acogerá y transformará al final.
La fe es no entender la vida sin Él. Es no perderle nunca del todo. La fe es combatir con él y dejar que nos gane. La fe es discutir y terminar reconociendo que solo en Él está la verdad y la auténtica razón de las cosas. La fe es no pensar nunca que los golpes de la vida son desgracias o castigos…son golpes de la vida, porque en esta vida hay árboles, golpes…y muchas otras cosas. Yo creo que el gran milagro de la fe está en apercibirle (porque no se ve nada) en los grandes momentos de oscuridad, fracaso, dolor…sabiendo que Él está contigo, callado…que nunca ha dejado de amarme con un amor concreto y real.
Al Señor es al único a quien puedo hablar de mis cansancios, de mis decepciones, de las pobrezas, de los desafectos, de las soledades…¡Qué le voy a contar que Él no sepa! Pero sin derrotismos, sin resentimientos…En la vida experimentamos por una parte la pobreza y por otra, el infinito amor, el suyo, que nos sostiene y configura.
El justo vive de la fe, el justo vive por la fe que, como dice Pablo, nos ha dado un espíritu de energía, de amor, de buen juicio, un espíritu que nos da valor para dar la cara por Cristo, como han hecho siempre los mártires. El próximo domingo viviremos la proclamación y el reconocimiento de la Iglesia de la fortaleza, de la victoria, de la fidelidad…en la beatificación de 522 hermanos nuestros en Tarragona.
Estamos en el triduo de preparación de la fiesta de la Titular de la parroquia, la Virgen del Remedio. María “peregrina de la fe”, como le llamó el beato Juan Pablo II. “Feliz porque has creído” le dijo Isabel. “Hágase en mí según tu palabra”, dijo Ella al arcángel. “Haced lo que él os diga”, nos indicó en Cana. María creyó en Dios y aceptó su palabra y siempre nos refirió a Jesucristo. El amor a Dios la sostuvo y la condujo hasta la cruz. La fe da fortaleza, sostiene la perseverancia y hace vivir de la palabra. ¡Cuánta fe nos falta hoy, humana y sobrenatural!
El justo vivirá por su fe. La fe siempre supone valorar a Dios y a las personas y esperar en el futuro. Vivir solo para sí mismo, importándote solo el momento presente es la expresión de la falta de todo tipo de fe.
¡Señor, auméntanos la fe!
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