sábado, mayo 14, 2011, 10:29 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 4º DE PASCUA (15 de mayo)Primera lectura: Hechos de los Apóstoles. 2, 14ª. 36-41. Dios lo ha constituido Señor y Mesías.
Salmo 22. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Segunda lectura. Primera carta de San Pedro 2, 20b-25. Habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas.
Evangelio. Juan 10, 1-10. Yo soy la puerta de las ovejas.
El cuarto domingo de Pascua es el domingo del Buen Pastor. Las lecturas están llenas de figuras sacadas del mundo pastoril. El salmo 22 nos habla de un Dios pastor que nos conoce, nos guía, nos cuida…para que no nos falte nada. ¡Cuánto consuelo y cuanta paz hemos encontrado orando con este salmo!
Pedro, en la segunda lectura, le atribuye esa misión a Jesucristo, vivida hasta el extremo de dar su vida por salvar a las ovejas. Jesús, como siervo del Señor, ha sido conducido como cordero hasta la cruz. En su boca no se encontró engaño y en sus heridas hemos sido curados. El apóstol nos presenta a Jesús como quien nos recupera “andábamos perdidos y el es el guardián de nuestras almas”. Es posible que Pedro pensara en su propia experiencia personal. Cristo le concedió el perdón y le devolvió la confianza.
El evangelio de este año, además, presenta a Jesús como “puerta” y “guía del rebaño”: hay que entrar por él y seguirle, porque es garantía de seguridad. Con palabras muy duras se refiere a quien no entra por la puerta de las ovejas, a los impostores que vienen para robar, matar, y aprovecharse. Los trata de ladrones y bandidos. Con esta contraposición entre al pastor auténtico y el que con engaños, solo busca aprovecharse, nos alerta para que el pastor no se convierta en bandido y las ovejas no sigan a quien no deban seguir.
“Oír su voz y seguirle”. Los jóvenes, de manera especial por si el Señor les llama a la vida sacerdotal y a la vida consagrada. Seguirle y permanecer. Los adultos, también necesitamos estar atentos a la voz del Señor y no a otros intereses, y tener el valor de seguirle con perseverancia, de no cansarnos en los compromisos de nuestra vida cristiana. ¡Qué fácil es acudir al Señor en la necesidad y luego abandonarlo!
El Señor nos dice “he venido para que tengan vida”. La vida en abundancia es la experiencia de ser cristianos, de vivir con fidelidad todo lo que sabemos del evangelio.
Hoy hay muchas personas que viven “perdidas y desorientadas” en el mundo. La pérdida de la fe, los diversos fracasos personales, las experiencias vividas que los han abocado al vacío y a la nada. Las desgracia de haber creído, en algún momento de su vida , a algún falso maestro que le deslumbró y los hizo abandonar sus creencias personales…
Cristo es pastor y puerta. En Él encontramos vida y seguridad. Vivir configurados a Él y mostrarlo para que otros lo encuentren, es la misión de cada cristiano. El corazón del Señor está en los hijos que faltan y su anhelo, reunir a todos. Gran misión evangelizadora la del cristiano y de toda la Iglesia, de manera propositiva y mediante la oración y el ejemplo de vida.
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