sábado, enero 15, 2011, 11:58 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 2º DEL TIEMPO ORDINARIO (16 enero 2011)1ª Lectura. Isaías 49, 3. 5-6: Tu eres mi siervo, te convierto en luz de las naciones.
Salmo 39.Amo tu voluntad, Dios mío. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
2ª Lectura. Primera Corintios 1, 1-3. Habéis sido llamados a ser pueblo de Dios en unión con todos.
Evangelio. Juan 1, 29-34. Doy testimonio de que él es el hijo de Dios.
Comenzamos un tiempo en el que iremos celebrando el hecho de ser cristianos, la normalidad de nuestra fe, la alegría de ser seguidores de Jesús, de seguir su camino.
Este camino y esta vida unas veces es sencillo y nos llena de alegrías y satisfacciones; otras, duro y difícil, y nos hace vivir en la oscuridad del sufrimiento, experimentar el cansancio y el desaliento. Pero por la fe sabemos que siempre debemos tener los ojos fijos en Jesús, el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” y que él camina junto a nosotros.
Cuando Juan Bautista vio en Jesús al “Cordero de Dios” se debió de sentir completamente fascinado por él. Había contemplado cómo se había posado en él el Espíritu, le vio en la cola de los pecadores y descubre que es capaz de dar su vida, de ofrecerlo y sacrificarlo todo, por la salvación de todos los hombres. La admiración le hizo sentirse discípulo y le dio fuerza para mantener su fidelidad hasta su propia entrega.
Los cristianos somos seguidores del Señor, no adeptos a una religión. Queremos vivir la vida con la plenitud y generosidad que Jesús nos enseña, Por el bautismo fuimos consagrados por su mismo espíritu; unidos íntimamente a su persona, a su proyecto y a su destino; pasamos a formar parte de su grupo, de su familia, miembros de su cuerpo, de su iglesia. Y todo esto nos tiene que ir configurando a él en todos los momentos de cada día, en nuestras ocupaciones más discretas, en nuestro estilo personal, en todo lo que hacemos y vivimos.
El tiempo ordinario pretende ayudarnos a ser cristianos en el día a día, en la vida oculta y ordinaria, para poder ser “luz de las naciones” y ofrecer el servicio de procurar la paz, servir a la unidad y hacer presente la motivación de la caridad. El Señor nos puso el ejemplo de ser eficaces en la transformación de la sociedad como lo es la levadura con la masa., la sal con los alimentos. Y de ser signos de esperanza como lo es la luz que disipa oscuridades y tinieblas.
Si los cristianos solamente presentamos y defendemos ideas y doctrina, suscitaremos afines o contrarios. Si con nuestra experiencia personal somos signo de lo que Jesús puede hacer en el ser humano cuando le sigue y se queda con él, seremos instrumento de encuentro y salvación.
La sociedad en que vivimos parece que está empeñada eficazmente en borrar signos materiales, costumbres, enseñanzas, leyes…que mantengan presente nuestra rica tradición cristiana. Lo que no se puede borrar es el testimonio cristiano, a Cristo a través de la vida de los cristianos. Además de todas las posibles reivindicaciones para mantener los derechos de nuestra fecunda historia y tradición, cuidemos el testimonio de nuestra fidelidad, para interpelar y ayudar a la conversión a los que se hayan podido separar del camino del Evangelio
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