sábado, febrero 15, 2014, 12:26 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 6º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. (16-2-2014)Acoger la palabra con el espíritu de Jesús
1ª Lectura. Eclesiástico 15, 16-21. No mandó pecar al hombre.
Salmo 118. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
2ª Lectura. 1ª a Corintios 2, 6-10. Dios predestinó la sabiduría de los siglos para nuestra gloria.
Evangelio. Mateo 5, 17-37. He venido a llevar la ley y los profetas hasta las últimas consecuencias.
Seguimos escuchando el conmovedor Sermón de la montaña. Jesús nos trasmite su enseñanza, está formando a sus discípulos. No es una enseñanza radicalmente nueva, ya estaba impresa en las tablas de piedra que Dios entregó a Moisés, y, desde el principio, Dios las gravó en cada corazón humano. Todas las personas sabemos que hay que respetar y corresponder a quien nos lo ha dado todo y que todo ser humano es nuestro hermano. El Señor, como verdadero Maestro, nos quiere ayudar a vivirlo en plenitud, a vivirlo desde su espíritu.
Jesús no pretende corregir los mandamientos; quiere evitar peligros y falsas interpretaciones. Denuncia una religión de mínimos, que busca excusas para justificar la dureza de corazón, que hace de todo una rutina, que se queda en apariencias. Tampoco quiere que acojamos los mandatos del Señor como una carga que fastidia, o por miedo, sino como un camino de libertad y de alegría.
Jesús nos insiste en cumplir todos los preceptos de la ley, porque todos son expresión de la voluntad de Dios. Tenemos la tentación de rebajarla, de hacerla a nuestro gusto y medida: “…quien se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres…será el menos importante en el Reino de los cielos”, nos dice Jesús. No puede haber vida espiritual, sin exigencia moral. Quien ama de verdad tiene necesidad de hacer el bien. Comprender el espíritu del Sermón de la Montaña es el paso necesario para entender el mandamiento del amor, el mandamiento nuevo, que nos legará Jesús en la Última Cena y que es el resumen de su vida entregada y el corazón de su mensaje.
Jesús nos pide la entrega y el seguimiento. No es suficiente no matar, cumplir con los preceptos de la religión, seguir toda justicia humana, no ser adúltero, no ser perjuro…”Yo os digo”. El que más ama, más se da, más se entrega.
Seguir a Jesús es más que cumplir el mínimo de la ley, es vivir todas las exigencias y matices del amor: la delicadeza en los comentarios, la veracidad y prudencia con las palabras, el respeto al cónyuge con obras y de corazón, el esfuerzo por vivir la palabra dada, el estar en paz con el hermano… ¡Cumplir con la propia obligación y tener una bondad universal es tan poca cosa!
Seguir a Jesús es una gracia. Sus mandatos, vividos con autenticidad, son liberadores. “Es prudencia cumplir su voluntad” nos dice el Eclesiástico. Elegir el camino del bien es elegir vivir desde la sabiduría.
Pablo en 1ª Corintios nos dice que la sabiduría de la que hablamos no es de este mundo, es vivir desde el Espíritu de Jesús, es querer lo que Dios quiere. Por eso necesitamos tanto la ayuda del Señor que se recibe en la oración perseverante.
Tenemos que pedir al Señor que nos aumente la sensibilidad, el coraje. Y, sobre todo, la capacidad de amar, como nos ama El.
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