sábado, septiembre 18, 2010, 04:56 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (19 de septiembre)1ª Lectura: Amós 8, 4-7. Contra los que compran por dinero al pobre
Salmo 112: Alabad al Señor que ensalza al pobre.
2ª Lectura: 1ª a Timoteo 2, 1-8. Pedid por todos los hombres a Dios que quiere que todos se salven.
Evangelio: Lucas 16, 1-13. No podéis servir a Dios y al dinero.
El mensaje del evangelio es claro y radical. No se puede servir a Dios y al dinero. La segunda lectura nos dice que solo hay un Dios y que cuando se le da un valor absoluto al dinero, Dios queda desplazado de la vida del hombre, ya que poco importan los pobres y los que más sufren; en el salmo repetimos que los pobres están en el corazón de Dios. Amós denuncia la idolatría del dinero por anteponerlo a las personas.
Los bienes materiales son buenos, pero ¿qué uso hacemos de ellos? El evangelio nos habla de un administrador poco honrado, que falsea recibos perjudicando a su señor, porque quiere ganarse amigos que le ayuden a vivir sin sufrir la vergüenza de ser pobre y sin pasar necesidad.
El amo no habla de su falta de honestidad, sino que alaba su sagacidad por intentar superar las dificultades que se le van a presentar.
La parábola invita al cristiano a actuar con la misma sagacidad ante las exigencias del evangelio, para que aprovechemos el tiempo, las cualidades y los medios materiales para ganar los bienes eternos.
El dinero es peligroso cuando se convierte en un ídolo que domina nuestra vida, en un dios que impide seguir al verdadero Dios, porque puede hacernos codiciosos, caprichosos, injustos, insolidarios. El dinero es un medio, no un fin, que se debe administrar con responsabilidad y con caridad.
¿Realmente tenemos tanto interés por las cosas del Reino de Dios?
En la actual situación de crisis económica por la que pasan tantas familias, ¿en que puede consistir la “astucia del cristiano”?
La sociedad continuamente nos envía reclamos de consumo y bienestar material ¿qué nos exige administrar cristianamente el dinero?
El cristiano siempre ha sido austero en su vida, justo en sus relaciones y en su trabajo y entrega, generoso. No vale la pena atesorar riquezas para sí, sino ser rico para Dios.
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