Blog del párroco
VIERNES SANTO. Celebración de la Pasión y Muerte del Señor (22 de abril) 
viernes, abril 22, 2011, 08:15 AM - Comentarios a las Lecturas
VIERNES SANTO (22 de abril)
Celebración de la Pasión y Muerte del Señor

Primera lectura: Isaías 52, 13- 53, 12. El fue traspasado por nuestras rebeliones. Dios quiere salvar a su pueblo; en el centro está el “siervo” a quien se refieren los demás y que será mediador entre Dios y su pueblo, se sacrificará como expiación por los pecados del pueblo
Salmo 30. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Segunda lectura. Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9. Experimentó la obediencia y se convirtió en causa de salvación eterna para los que le obedecen.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18, 1-19. 42

Hoy es el primer día del Triduo Pascual inaugurado con la Eucaristía vespertina de ayer. La Pascua es el tránsito de Jesús a través de la muerte a la Nueva vida de Resucitado. Hoy celebramos la primera parte, el paso a través de la crucifixión y contemplamos a Jesús que se dirige libremente a consumar su misión, como Rey triunfador que ya ha vencido al mundo.
La celebración de esta tarde está impregnada de silencios contemplativos. La entrada en la celebración con la postración de los celebrantes; el silencio que requiere la escucha de la lectura de la Pasión según San Juan, el apóstol que estuvo con María junto a la cruz del Señor; la adoración de la Cruz; el silencio final a la espera de la resurrección.
Pero el gran silencio es el del Padre. Y no porque esté lejos de Jesús y de sus padecimientos, sino porque se encuentra en una profunda comunión con Él y hace suya toda su pasión y todos sus anhelos.
Rompe el silencio el gran grito de Jesús. En ese grito está presente todo el dolor y el sufrimiento de todas las personas del mundo. Nada es ajeno al corazón del Padre. Todo ser humano, sea cual sea el motivo de su sufrimiento, en la experiencia aniquiladora del dolor, tiene junto a él, en profunda comunión, a Jesucristo.
“Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. Nunca ha estado tan escondida la divinidad de Jesús y nunca se ha manifestado con más grandeza su amor misericordioso, ya que es el momento de la revelación mas total del amor de Dios, que está junto a su Hijo “que nos amó hasta el extremo” en la entrega, llegando hasta el final, para ser el salvador de todos los hombres.
La muerte de Jesús es muerte liberadora del mal y del pecado, es antesala de resurrección y de vida en plenitud, para Él y para los que estamos unidos a El por el Bautismo. Pascua de Cruz, Cruz de vida.
En la Cruz el Señor pidió nuestro perdón y nuestra justificación. “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. En la pasión y en la Cruz nos recuerda que no quiere perdernos y nos da nuevas oportunidades: a Judas en el cenáculo al distinguirlo con el primer trozo de pan, a Pedro cuando le miró después de las negaciones, al ladrón arrepentido desde la cruz. “hoy estarás conmigo”. Jesús siempre tiene un “hoy” y una “ahora” para el perdón.
Como Pablo repitámonos para crecer en la fidelidad: “me amó y se entregó por mí”. Como María y el discípulo amado, sepamos estar junto a la Cruz de Cristo y de los hermanos. Como el soldado sepamos descubrir en el rostro de Cristo entregado toda la grandeza de un Dios salvador nuestro: “Realmente era el Hijo de Dios”. Admirablemente es el Hijo de Dios.

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Sobre el MONUMENTO de Jueves Santo 
lunes, abril 18, 2011, 11:46 PM - Otros
SOBRE EL “MOMUMENTO”
DONDE SE RESERVA LA EUCARISTÍA PARA LA ORACION PERSONAL O COMUNITARIA DESPUES DE LA CELEBRACIÓN DE JUEVES SANTO

En todas las iglesias donde se ha celebrado la Misa de la Cena del Señor, se dispone un lugar adornado con flores y luces, sin excesos, donde se reserva la Eucaristía para la adoración y la comunión en la celebración del Viernes Santo. Debe evitarse el recargarlos de símbolos (panes-toallas, tonelitos de vino…) que distraigan la atención. No hacen falta símbolos cuando Cristo está realmente presente.

La oración ante el monumento es de una gran riqueza: agradecemos al Señor su amor inmenso manifestado en la entrega de su vida hasta la muerte; el don de la Eucaristía, presencia real permanente, con su cuerpo, alma y divinidad; el don del sacerdocio; el mandamiento del amor. La adoración de la Eucaristía en el monumento tiene también un carácter pedagógico, ya que nos recuerda que siempre tenemos al Señor, que nos espera en la oración y que está disponible para consolar y confortar a los enfermos cuando les llevamos la comunión fuera de la Misa.

La tarde-noche de Jueves Santo, con nuestra oración y presencia queremos acompañar a Jesucristo que pasó toda la noche siendo juzgado y maltratado entre el Sanedrín, Herodes y Pilatos. Vivimos aquella soledad y abrimos los ojos y el corazón para ser sensibles ante situaciones humanas de sufrimiento cercanas a nosotros y ante las que ni debemos ser insensibles ni pasar de largo, ni “negar” no reconociendo.

Es noche de compañía y de presencia.

Muchas personas tienen la costumbre de visitar, haciendo una breve oración, los “monumentos” de templos o capillas cercanas a su parroquia. Le llaman hacer “estaciones”, paradas para la oración. Es como una parábola de la vida, en la que se hacen diferentes estaciones para recuperar fuerzas y seguir el camino hacia la meta definitiva. Interesa hacerlas bien, con sentido religioso, uniéndonos a esa comunidad que espera junto a Cristo, evitando el aire de “maratón” y el tono de curiosidad. Es aconsejable que después de la media noche, el monumento muestra un aspecto más sobrio.

Hay que buscar momentos de silencio para encontrarse con el Señor y con nosotros mismos. La oración nos hace recuperar consciencia y luz. Y el fruto es la paz. Como el estanque donde se han agitado las aguas necesita tiempo para que vuelva a verse el fondo, así también el alma humana, necesita la oración, el tiempo de silencio ante el Señor.

En la oración hay que poner calor, afecto, pasión. Estamos junto al amigo juzgado, maltratado, insultado…Pablo no se cansaba de decir “me amó y se entregó por mí”. Y por ti. Y por cada uno de nosotros.

¿Dónde estamos esa noche, ese día…?.Ojalá no se repita el “no sé de qué me hablas, no conozco a ese hombre” que tantas lágrimas produjo aquella noche.







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JUEVES SANTO (21 de abril) 
lunes, abril 18, 2011, 10:42 PM - Comentarios a las Lecturas
JUEVES SANTO (21 de abril). Celebración de la Última Cena del Señor.

1ª Lectura. Éxodo 12, 1-8. 11-14. Prescripciones sobre la cena pascual.
El origen de la fiesta de la Pascua está en relación con la última de las plagas contra el faraón de Egipto, en la que se salvaron los primogénitos de los israelitas. La palabra “pascua” puede proceder de “paso”: Dios “pasó de largo” por las casas de los israelitas, marcadas en el dintel con la sangre del cordero sacrificado, y comido en familia de pie, con unas hierbas amargas, porque es amargo vivir en esclavitud y hay que estar preparados para salir camino de la libertad. La Pascua la celebraba Israel cada año como un “memorial” con el que se actualizaba y se agradecía la acción salvadora de Dios. Si Dios no nos hubiera liberado, hoy seríamos esclavos. El memorial recuerda, agradece y actualiza.

Salmo 115. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo.


2ª Lectura. De la primera carta de San Pablo a los Corintios 11, 23-26. Cada vez que coméis del pan y bebéis de la copa, proclamáis la muerte del Señor.

Pablo está disgustado por las noticias recibidas sobre cómo la comunidad de Corinto celebra la Cena del Señor: solamente se juntan y comparten con los amigos. Hay grupos que ponen en peligro la fraternidad y el compartir. Si se es fiel a la tradición recibida del Señor, estas circunstancias hacen imposible celebrar la Eucaristía. Este es el motivo por el que Pablo nos trasmite el relato más cercano a Jesús sobre la institución de la Eucaristía. Es un hecho histórico que ocurrió “la noche en que iban a entregarlo”. Jesús partió el pan para repartirlo pero ellos no lo comparten. Con las palabras sobre el cáliz inaugura una nueva alianza que nos permite entrar en comunión con Dios. Las palabras de Jesús ya nos anticipan que dará su vida, y nos prometen su presencia permanente entre nosotros.


Evangelio. Juan 13, 1-15. Los amó hasta el extremo.

Ha llegado la “hora” de Jesús: de “pasar de este mundo al Padre” y del “amor hasta el extremo”. Este evangelio no habla de la institución de la Eucaristía porque se dirige a una comunidad que ya la está celebrando, sino de las exigencias de celebrarla y vivirla con autenticidad. Por otra parte, San Juan ya dedicó el capítulo sexto, después de la multiplicación de los panes y peces al discurso del pan de vida. Con una gran solemnidad nos habla del lavatorio de los pies. Cristo se despojó de su manto, como se despojó de su naturaleza divina en la encarnación y de su vida en la cruz. Es un gesto de humildad suma: la actitud del que es Maestro y está constituido en autoridad; la actitud de los verdaderos hermanos entre sí; la actitud que debe tener la Iglesia ante el mundo. Somos, por Cristo, como exigencia de celebrar y vivir la Eucaristía, una comunidad fraterna que comparte y que sirve humildemente. Aceptar a Jesús como Maestro supone actuar como El: “si no te dejas lavar los pies no tienes nada que ver conmigo”

Jesús nos dejó un mandamiento nuevo: “que os améis unos a otros como ya os he amado”, y Él nos ha amado hasta la muerte de cruz. Es el resumen de su vida y de su predicación.
El siempre ha querido la felicidad para todos. Los sencillos y limpios de corazón le entendían, le comprendían, le querían y le seguían. Los complicados y llenos de intereses y malicias le miraban con desconfianza, como una amenaza. Hoy, en esta cena de despedida, recuerda e insiste a sus amigos sobre lo fundamental y nuevo: el amor. Es nuevo, porque supone empezar cada mañana y lo hemos gastado poco. Sin darnos demasiada cuenta, llenos de buena voluntad, vivimos desde la inercia y la rutina de nuestras pobrezas personales, de amar a quien cae bien, si interesa y si viene en gana. Jesús nos pide poner en primer lugar al hermano, como a un señor, como él lo pone, que le lava los pies; y vivirlo como una novedad cada día.
Este mandamiento nos pide, además, que dirijamos la mirada hacia los que están lejos, los que son diferentes, los que viven en otras condiciones mucho más precarias.
Solamente nos faltaba el listón que nos señala Jesús:”como yo os he amado”, desde la encarnación hasta la cruz, dándolo todo, dándose del todo a todos.
La Eucaristía es el mandato eterno y permanente de Dios a amar y el grito de los desheredados del mundo, que en nombre de Dios, reclaman pan, justicia, solidaridad, atención, derechos…Sacramento admirable, que hace permanentemente presente la pasión de Dios por los pobres y por los que sufren, entregado por puro amor, como exigencia de fraternidad.

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HORARIOS DE SEMANA SANTA 
lunes, abril 18, 2011, 08:43 PM - Avisos
HORARIOS DE SEMANA SANTA

JUEVES SANTO (21 de abril). Celebración de la Última Cena del Señor

-A las 10 horas, apertura del templo y servicio de confesiones.

-A las 19 horas, Santa Misa.

-A las 21 horas, Hora Santa.


VIERNES SANTO (22 de abril). Celebración de la Pasión del Señor

-A las 10 horas, apertura del templo para la oración personal.

-A las 12 horas, Vía Crucis.

-A las 17 horas, Celebración de la Pasión del Señor

Es día de ayuno y abstinencia. La colecta se dedica a los Santos Lugares.


SÁBADO SANTO (23 de abril).

-A las 20 horas, Solemne Vigilia Pascual


DOMINGO DE RESURRECCIÓN (24 de abril)

-Horario de misas de domingo: 11, 12, 13, 20 y 21 horas






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DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (17 de abril) 
viernes, abril 15, 2011, 07:12 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR ( 17 de abril)

La entrada de Jesús en Jerusalén tiene un sabor de victoria y de tragedia. Jesús entra libremente y es aclamado como el “hijo de David”, el que” viene en nombre del Señor”; la lectura de la pasión, según San Mateo, pondrá a la segunda parte de la celebración el tono dramático de tragedia: comienzan los días de la Pasión del Señor. La lectura de Isaías, describiéndonos los sufrimientos del Mesías; el salmo 21, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, el grito tremendo de angustia, oscuridad y sin sentido del sufrimiento que hace que esté presente en el sufrimiento del Señor todo el misterio del sufrimiento, muchas veces incomprensible, de los hombres; el himno de Filipenses explicando el sentido de la Pasión… nos introducen en la profundidad de las celebraciones de Semana Santa.

Evangelio para la bendición y procesión de ramos y palmas:

Mateo 21, 1-11. Bendito el que viene en el nombre del Señor.

La entrada de Jesús en Jerusalén es un signo propio del Mesías. Jesús, libremente entra en la ciudad santa, como estaba previsto por los profetas, a consumar su misión redentora. Entra como rey humilde y pacífico. Mateo hace referencia a una profecía de Zacarías: “Mira, tu rey viene a ti humilde y sentado en un asno…” El Señor es quien prepara personalmente todos los detalles de su entrada, los discípulos solamente obedecen. Jesús quiere marcar el que ha sido el estilo de su mesianismo, humilde y pacificador y subrayar que va a la muerte con total libertad, va a obedecer al Padre hasta el final.

Todo en la entrada del Señor es profético: le alfombran las calles como a Señor; le aclaman con ramos (olivo=paz, laurel=victoria, palmas=martirio); le vitorean…pero no entra sobre un caballo, sino sobre una borrica con su pollino. La entrada del Señor tendrá una doble resonancia: aclamación por parte de los sencillos y hostilidad por parte de los habitantes de Jerusalén, sobre todo, de sus autoridades.

Lecturas de la misa

1ª Lectura: Isaías 50, 4-7.(Tercer cántico del Siervo del Señor).No oculté el rostro a insultos y sé que no quedaré avergonzado.

Salmo 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
2ª Lectura: Filipenses 2, 6-11. Se rebajó a sí mismo, por eso Dios lo levantó sobre todo.

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo: 26, 14-27. 66
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El Domingo de Ramos nos anticipa la Pascua. Si no hubiera sucedido la Resurrección, todo hubiera terminado en tragedia y hubiéramos tenido que acallar esta entrada del Señor en Jerusalén. Muchas veces en la vida presenciamos triunfos aparentes que terminan en tragedia, triunfadores y personas admiradas como gente de éxito que termina en la cárcel. Pero el Señor, resucitó y esta entrada de Jesús es profecía de victoria, más allá de lo que podía parecer un fracaso humano.

El Señor tenía que entrar en Jerusalén, donde había predicado, curado, llorado, rezado…como Rey. No como otros hubieran querido, como blasfemo o malhechor, como perdedor o fracasado.

Siempre el pueblo cristiano ha celebrado con tono de pascua esta entrada: las palmas rizadas, los cantos, las ramas. El “domingo de ramos, el que no estrena no tiene manos”. Y ponían caramelos a los niños en los ramos. Mucha alegría porque el Señor entra en Jerusalén como Mesías y terminará en victoria.

Pablo VI dio a este domingo un carácter juvenil y Juan Pablo II quiso encomendar a los jóvenes el anuncio de Jesucristo en las jornadas mundiales de la juventud. Jesús es “el profeta de Nazaret, de Galilea”. “Hosanna al Hijo de David”, hay que manifestar públicamente a Jesucristo, mesías humilde y pacífico, con entusiasmo, con perseverancia, más allá de los esfuerzos y sacrificios que pida la fidelidad al Señor.


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