viernes, febrero 28, 2014, 05:14 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 8º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 9-2-2014. Día del Seminario1ª Lectura. Isaías 49, 14-15. Yo no te olvidaré
Salmo 61. Descansa solo en Dios, alma mía.
2ª Lectura. 1ª Corintios 4, 1-5. El Señor manifestará los designios del corazón.
Evangelio. Mateo 6, 24-34. No os angusties por el mañana.
Jesús vino a revelarnos, a descubrirnos, que Dios, además de creador del mundo, es nuestro padre. Un padre que nos conoce, que está lleno de bondad, que nos cuida. Por puro amor nos regala cada día la vida y todo lo que encontramos en ella, por eso, como dice el papa Francisco, conocer la buena noticia que es el evangelio, es lo mejor que nos ha pasado en la vida.
Jesús nos enseña a mirar y a agradecer la creación de otra manera. Todo es hermoso, todo es abundante, todo nos habla de su creador, todo es para todos los hombres: los pájaros del campo, los lirios, la hierba…Todo es para el hombre y tiene que llegar a todos los hombres.
En nuestro tiempo hay una especial sensibilidad para proteger la tierra, el clima, las especies animales y vegetales. Hay que sentirse responsables ante la tierra, hogar del hombre, también de las generaciones futuras, con toda su riqueza…tantas veces amenazada por la codicia irresponsable de una industria contaminadora y de muchas acciones devastadoras. Sin embargo, nos olvidamos de su Hacedor y de aquél para quien todo fue hecho: el hombre. Hoy no se trata igual a una mascota que al ser humano no nacido o al enfermo terminal o a cualquier pobre. El hombre vale más que las cosas, más que el dinero, más que los animales.
La idea de Dios Creador nos hace sentirnos muy agradecidos con Él por todo lo que hemos recibido y muy responsables con el mundo, con toda la creación.
Dios es como una madre, nos recuerda Isaías, que no puede olvidarse de su criatura, pero nosotros…¿ nos olvidamos de Dios? Una madre es para muchos hijos y, a veces, muchos hijos no son para una madre. Amor a Dios, gratitud, respeto, correspondencia.
Y el perdón a los enemigos. Es necesario tener el corazón lleno de amor y mirar el mal en la vida del hermano como una pobreza que le destruye a él y a los demás. Frenar el mal con el bien. Amar al enemigo es mucho más que no corresponderle con más mal. Debemos rezar por él y responder al mal con bien. Perdonar es una forma de curar y de hacer nacer de nuevo.
Nuestro Dios hace salir el sol cada día sobre buenos y malos y nos invita a mirar al presente confiando en su providencia; nos alimenta como a los pájaros del cielo, nos viste como a los lirios del campo, nos regala a su Hijo quien nos lo da todo en la cruz. Nos perdona, nos viste, nos alimenta, nos protege. Buscar el Reino de Dios y su justicia es actuar como él. ¡Qué lejos está de nuestro Dios de un mundo donde hay tanta pobreza, tanta desigualdad, tanto hambre, tanta codicia…! Debemos trabajar para que el Reino de Dios sea una realidad en nuestro mundo.
Este domingo es el día del Seminario. Pidamos al Señor para que haya muchas y santas vocaciones al sacerdocio. Muchos trabajadores de la viña del Señor, muchos constructores de su Reino.
Es difícil vencer tantas resistencias al momento cultural en que vivimos, no vivir para sí mismo y consagrarse al servicio de la Iglesia. Hay que poner los ojos y el corazón en Jesucristo, mirar a las personas con su mismo amor y confiar en él. Y a vivir la entrega para siempre.
Hoy, como siempre, cada joven cristiano debe pensar en su disponibilidad y ofrecimiento al Señor en la vida sacerdotal. El no nos deja solos, nos ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo.
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