domingo, abril 10, 2011, 10:11 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO QUINTO DE CUARESMA (10 de abril)1ª Lectura. Ezequiel 37, 12-14. Os infundiré mi Espíritu y viviréis.
Salmo 129. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
2ª Lectura. Romanos 8, 8-11. El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en vosotros.
Evangelio. Juan 11, 1-45. Yo soy la resurrección y la vida.
A las puertas ya de la Semana Santa (el próximo domingo es De Ramos), la Iglesia nos proclama en la Eucaristía el séptimo signo del Evangelio de San Juan; en la plenitud de la presentación del Maestro, escuchamos al Señor que nos dice: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre”.
El Señor es la fuente del agua viva; el Señor es la luz del mundo; el Señor es la resurrección y la vida. Creer en Él, para vivir como Él y que Él nos vaya haciendo semejantes a Él, para que con su Espíritu, trabajemos en la transformación de este mundo según su proyecto.
Hoy en Cristo contemplamos al amigo que sufre y llora, que está cerca, que se hace presente en el momento adecuado para que se cumpla el plan de Dios. Al Maestro que con delicadeza nos va conduciendo por el camino de la confianza hasta llevarnos a la plenitud de la fe. Y al Hijo de Dios, que siempre se apoya en el Padre y que con la fuerza y autoridad de su divinidad, llama con energía a Lázaro a la vida. Aunque hubiese olor de corrupción y de muerte, siempre es mas eficaz y transformadora la fuerza, la energía de Dios.
Cristo nos trae la vida en plenitud ya, para el día a día en este mundo. No es vida solo para después, para la eternidad; el que le conoce, le sigue, se fía de Él, ya puede comenzar a vivir el plan de Dios sobre él.
Igual que Jesús vino a saciar todos nuestros vacíos e insatisfacciones, a iluminar las sombras y oscuridades hoy nos propone transformar la muerte en vida. La invitación al seguimiento es una invitación constante a mejorar, a convertirnos, a crecer según el proyecto de Dios. Y también a mirar nuestra realidad para que trabajemos por erradicar lo que no sea bueno, justo, digno del hombre. La con versión siempre supone misión, volver a la realidad que nos rodea, familia, trabajo, sociedad…con un Espíritu nuevo. “Os infundiré mi Espíritu y viviréis”, “el Espíritu de Jesús habita en vosotros”, nos recuerdan Ezequiel y Pablo al escribir a los cristianos de Roma. Es el mismo Espíritu que resucitó a Jesús. La fe nos hace vivir con esta autenticidad, amor, ilusión, compromiso.
Hay mucha rutina, comodidad, inseguridad interior, falta de riesgo en el compromiso, religiosidad tranquilizadora más que trasformadora. “Os infundiré mi Espíritu y viviréis”. “Yo soy la resurrección y la vida”.
No es fácil actuar desde Jesucristo. Después de este signo, sus enemigos tomaron la firme decisión de acabar con Él. No hay denuncia más clara y molesta, inquietante y desestabilizadora que la del que hace el bien con verdad y por amor.
Si queremos resucitar con Cristo, si queremos celebrar con autenticidad la Pascua, queridos hermanos, no hay mas vida que la suya, ni mas plenitud que el vivir configurados a El.
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