sábado, abril 28, 2012, 12:38 AM - Comentarios a las Lecturas
CUARTO DOMINGO DE PASCUA (29 de abril de 2012)1ª Lectura. Hechos 4, 8-12. Ningún otro puede salvar.
Salmo 117. La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular.
2ª Lectura. 1ª de Juan 3, 1-2. Veremos a Dios tal cual es.
Evangelio. Juan 10, 11-18. El buen pastor da la vida por sus ovejas.
Todos los años, el cuarto domingo de Pascua, celebramos a Cristo, Buen Pastor. La primera representación de Jesucristo fue como un joven y hermoso pastor con una oveja sobre sus hombros. Bueno, bello…la hermosura de la bondad de Jesucristo, que nos ama, nos conoce, nos rescata, nos perdona. Cristo es el más bello de los hombres porque es el más bondadoso y compasivo.
Cristo es pastor que da la vida por sus ovejas. El sentido del sacrificio de Cristo: que no se pierda nadie de los que le fueron confiados. En contraposición están los asalariados, que se aprovechan de las ovejas, se despreocupan, abandonan, no arriesgan y huyen en los peligros.
La Iglesia y los pastores tenemos en Cristo un ejemplo radiante: generosidad en la entrega; acompañamiento incansable; conocimiento y trato personal; cuidado por ofrecer los mejores pastos, la más fiel doctrina; disposición para el sacrificio que requiera la entrega…Lo que no es dar la vida es actuación de asalariado. También sirve para iluminar el comportamiento de cada cristiano con sus hermanos menores.
Además, el buen pastor, no olvida en ningún momento a los alejados: “tengo otras ovejas que no son de este redil…”. Llama a la unidad, convoca al encuentro, busca a los dispersos. La unidad es palabra clave en el evangelio de San Juan, “que sean uno…” es la súplica de Jesús en la última cena, “para que el mundo crea”. La unidad es proyecto divino. No podemos renunciar a ella, aunque parezca difícil o imposible. La misión del demonio es separar, confrontar, dividir. Una santa carmelita solía decir que vale más lo menos perfecto en unidad, que lo más perfecto en desunión. Comunión y misión, unidad de los hermanos, búsqueda de los dispersos y alejados; estas son las dos grandes tareas de la Iglesia. Cada uno de nosotros lo puede vivir en el ámbito en el que se mueve. Donde vive un cristiano debe ser posible el entendimiento que brota de la estima y el respeto a los demás, que crea y expresa unidad; y la atención al solo, pobre, desarraigado, al que todavía no ha sido evangelizado. Para que haya entendimiento y paz siempre alguien lo tiene que procurar con su dedicación y sacrificio.
Juan en la segunda lectura nos da los motivos para ser y actuar así: mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos”. Somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Y Cristo es la piedra angular de este nuevo edificio que es la Iglesia y que debe ser la humanidad. Cristo crucificado, es “la piedra desechada”, Cristo resucitado es “la piedra angular”.
Demos gracias a Dios porque hemos contemplado la belleza del rostro y del corazón de Cristo, en su vida y en su palabra, y hemos creído en Él. Porque nos sentimos de su familia, de su rebaño que es la Iglesia, donde se nos reconoce y llama por nuestro nombre, donde nos sentimos valorados y amados, alimentados y protegidos. Porque el ejemplo del Señor nos ayuda a mirar a los hermanos; y su solicitud mantiene en nosotros vivo el deseo de dar fiel testimonio y hacer apostolado para acercar a otros muchos a Jesucristo. Dar la vida y unir…por amor; la más gran misión, el más hermoso programa, el de Cristo y el nuestro.
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