Blog del párroco
DOMINGO DE LA MARE DE DEU. 18-5-2014 
viernes, mayo 9, 2014, 10:49 AM - Otros
NTRA. SRA. DE LOS DESAMPARADOS
La Madre del Señor es también nuestra Madre; los cristianos le tenemos un cariño muy especial, y los valencianos, además, a este título tan nuestro de Mare de Deu y dels Desamparats. Celebramos su fiesta el sábado anterior al segundo domingo de mayo, Y, al día siguiente, llamado domingo de la Mare de Deu, celebramos la solemnidad externa, con muchas celebraciones: Misa de Descoberta, Misa d’infants, Traslado, Misa solemne en la Catedral y Procesión general. Todos tenemos la necesidad de

Con verdadero primor cuidamos su imagen y su capilla, acudimos a rezar ante ella con mucha frecuencia, le llevamos flores y le encendemos cirios; la hemos coronado canónicamente, para expresar de manera gráfica que es nuestra reina, recorre nuestras calles, le abrimos nuestras puertas y balcones, visita nuestros cementerios, le ofrecemos los niños. Le hacemos también todo tipo de ofrendas para los necesitados…María es todo para nosotros.

En el evangelio de Juan, Jesús desde la Cruz, como último regalo, nos la entregó como Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. El Señor quiso que siguiera ejerciendo como Madre de todos nosotros, como ya hizo hizo con él; también nos está diciendo que, para ser de sus discípulos, debemos sentirnos hijos de la Madre. Luego dijo a Juan: “Hijo, ahí tienes a tu Madre, y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa”, como Madre propia. En Juan estábamos representados todos.

Hay que hacerle sitio a la Madre en nuestra vida, en nuestro tiempo, en nuestros intereses y prioridades. Que esté, que no moleste. Que sea un don y una gracia.

Benedicto XVI nos invitaba a formar parte de la escuela de María; a aprender de su capacidad de escucha, de su oración, de su silencio meditativo, de su atención amorosa, de su estilo en acompañar y servir sin atosigar…de su forma de amar. Nunca se buscó a sí misma. Acogerla es ser como ella. No hay nada que enorgullezca tanto a un hijo como el parecerse a su madre, sobre todo, si es una Madre como la Virgen María.

Al entrar María en nuestras vidas nace en nosotros el verdadero amor. Ella nos trae a Cristo, el fruto vendito de su vientre. Y Cristo nos enseña a amar.

María es Madre de los Desamparados. Ella nos estimula a que tengamos una sensibilidad especial para ver y responder a todas las formas de Dolor humano y a que nuestra caridad sea real, no una “farsa” como dice el apóstol Pablo. El egoísmo empequeñece, aísla, empobrece y destruye. Va contra la verdadera justicia. El verdadero amor nos hace sentirnos hijos y hermanos. Y e esto no es literatura piadosa. María nos necesita; espera seguir amando a los pobres y desamparados del mundo a través de nosotros, y… ¡son tantos! ¡Tiene tantos nombres la pobreza y el desamparo! María nos hace sentir, vivir y entregarnos de otra manera. En la devoción inicial a la Virgen de los Desamparados está la atención y cuidado hacia los enfermos disminuidos psíquicos, los demenciados, los locos. María nos pide no girar la mirada ni cerrar el corazón ante los hermanos que nos necesitan.

Como fruto de la devoción a María han surgido muchos frutos de verdadera caridad, muchas instituciones, acciones, compromisos personales. Frutos de amor real y eficaz.

Trasmitamos la devoción a la Virgen, el rezo en familia del rosario. Si los niños y jóvenes no la conocen, no podrán acudir a ella en momentos difíciles de su vida. No tendrán las motivaciones que ella nos da para dirigirnos al “hermano pobre y desamparado”.
Vivir desde la misericordia y respetar la dignidad de todo ser humano es el núcleo de la fe y la gran razón de nuestro obrar.

Que la Virgen ilumine a todos los que tienen responsabilidades en el campo de la vida pública para que con verdad sirvan, apoyen y defiendan a todo ser humano.


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TERCER DOMINGO DE PASCUA.Ciclo A. (4-5-2014) 
viernes, mayo 2, 2014, 06:18 AM - Comentarios a las Lecturas
TERCER DOMINGO DE PASCUA. Ciclo A. (4-5-2014)

1ª Lectura. Hechos de los Apóstoles 2, 14.22-28. No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio.

Salmo 15. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

1ª de Pedro. 1, 17-21. Habéis sido redimidos con la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto.

Evangelio. Lucas 24, 13-15. Le reconocieron al partir el pan.

La aparición de Jesús a los discípulos de Emaús, que están de vuelta del aparente fracaso de Jerusalén, nos expresa la vida nueva que nos trae el Señor después de la pascua.

Jesús vive entre los suyos, camina entre los suyos. Quiere confirmar su fe y ayudarles a vivir la vida nueva de la resurrección.

El camino de Emaús con Cristo es como una catequesis que el Señor nos dirige. El nos sale al paso en nuestras vidas cansadas y muchas veces fracasadas; nos deja hablar, y nos explica las Escrituras para que entendamos el verdadero sentido de lo que nos pasa y vivamos con una luz nueva. Tenemos necesidad de esta presencia que va creciendo en nosotros y le reconocemos en la fracción del pan. Cristo desaparece, ya no le ven, pero se queda en ellos, para que inicien la vuelta a Jerusalén, a sus vidas ordinarias, con otro sentido, con el Señor resucitado. En la Eucaristía Cristo siempre se queda con nosotros.

Muchas veces los cristianos estamos de vuelta de las cosas, decepcionados, sin encontrar sentido y faltos de fuerzas y tenemos el peligro de abandonar. La desesperanza invade nuestros corazones, nos falta sentido y ánimo en la vida; nos escandaliza el dolor, el sufrimiento o la muerte; necesitamos recurrir a la luz que procede de la Palabra de Dios. “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”. El Señor ha resucitado y su promesa se cumple: camina junto a nosotros y lo encontramos en la fracción del pan. Terminada la eucaristía, llenos de Dios, tenemos que volver a la vida, a la realidad, con una fe renovada.
No podemos vivir sin reevangelizar la propia vida, para que la salvación de Dios ilumine cada una de nuestras experiencias, para que cualquier camino lo hagamos con Jesús al lado. Solamente entonces podemos ser testigos del resucitado.

Pedro en la primera lectura, vuelve como un hombre nuevo después de pentecostés: “Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré, por eso se me alegra el corazón”. Ya ha conocido el sendero de la vida.

En la segunda lectura, el mismo Pedro, recordándonos el gran precio con el que hemos sido rescatados, nos invita a que procedamos en esta vida con coherencia. Hemos puesto en Dios nuestra fe y esperanza.

Hoy son muchas las personas que viven con profunda amargura porque ni entienden ni aceptan la vida ni lo que les pasa. El cristiano, como Cristo, tiene que ser compañero de camino que acompaña y escucha, para que cada persona se encuentre consigomismo y un su corazón pueda atisbar el rostro de Dios que no le ha abandonado nunca. Y llevar a Cristo. Solamente se le descubre en la fracción del pan, en la caridad con el hermano, en la comunión con la comunidad, en la oración, en la palabra.

Dejémonos transformar por el Resucitado para ser sus testigos.


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CONFIRMACIONES EN LA PARROQUIA DEL REMEDIO. 9-5-2014 
jueves, mayo 1, 2014, 10:15 AM - Otros
CONFIRMACIONES EN LA PARROQUIA DE NTRA. SRA DEL REMEDIO DE VALENCIA. Viernes 9 de mayo de 2014, a las 8 de la tarde. Presidirá el Ilmo. Sr. Vicario General de la Diócesis, D Vicente Fontestad.

RELACIÓN DE CONFIRMANDOS:
1. Carla Carreño Flores
2. Amparo Fernández Aleixandre
3. José Manuel Marco Salvador
4. María Marco Salvador
5. Mónica Martínez Orozco
6. Álvaro Mayordomo Ruiz
7. Ismael Moya García
8. Carmen Sapena Maldonado
9. Claudia Suárez Arquimbau


Queridos jóvenes: Espero que tengáis mucha alegría, que os sintáis muy agradecidos con el Señor, con la parroquia y con las personas que os han acompañado en este tiempo de preparación a la recepción del sacramento de la confirmación.

Yo recuerdo mi día, era más pequeño que vosotros. Mis padres y padrinos, el día de mi bautismo, pidieron a la Iglesia la fe para mí, y se comprometieron a ayudarme para que creciera conmigo. Y lo hicieron. Siempre Dios, Jesús, la Virgen María, los demás…fueron muy importantes en nuestra familia. No se hacía nada sin contar con todo los que en ellos veíamos y aprendíamos. Hemos procurado ser una familia unida y coherente.

El día de la confirmación teníamos una emoción especial. Quien es confirmado recibe el Espíritu Santo por la imposición de manos y la crismación en la frente. Somos sellados por el amor de Dios, él nos recrea y nos hace capaces de “defender y difundir la fe”, como dice el concilio Vaticano II. Acontece como en Pentecostés, el Espíritu nos hace personas nuevas, porque nos quiere transformar en Cristo.
Que la Confirmación os marque un antes y un después. Debéis tener más amor a la oración, a estar con el Amigo, para que os de su alegría, su consuelo, su fuerza…y os conduzca a la verdad plena. Debéis vigilar en vosotros los signos de la presencia del Espíritu: el gozo, la paz, la alegría, el verdadero amor. Debéis hacer vuestras las causas de los que sufren, como hace Cristo, llegando a ser un calco de Él. Si vivís llenos de Dios conoceréis de verdad la felicidad.

La Iglesia os necesita para que evangelicéis en los ambientes en que os movéis. La fe, que habéis recibido gratis, dadla gratis. Pablo VI decía que los jóvenes tenéis que evangelizar a los jóvenes. No dejéis que os engulla la masa deforme de una sociedad sin fe y poned el punto de sal y de luz que os da el Espíritu Santo.
La Parroquia del Remedio os necesita. Ya sé que tenéis muchas cosas que os ocupan y mucho trabajo. Hay que priorizar, para que la comunidad cristiana tenga todo lo necesario para que reparta toda la vida que nos encarga el Señor. Cuento con vosotros.

Felicidades a vosotros, porque ya sois plenamente miembros de la Iglesia al recibir todos los sacramentos de incorporación cristiana; y a vuestros padres, porque están cumpliendo el compromiso que adquirieron con la Iglesia el día de vuestro bautismo. Que el Señor os bendiga a todos.


Vuestro sacerdote, Gil.


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SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA. DE LA MISERICORDIA. Ciclo C (27-4-2-14) 
sábado, abril 26, 2014, 09:17 AM - Comentarios a las Lecturas
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA. Ciclo A. 27-4-2014.

1ª Lectura. Hechos 2, 42-47. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común.

Salmo 117. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

2ª Lectura. Primera de Pedro 1, 3-9. Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva.

Evangelio. Juan 20, 19-31. A los ocho días se les apareció Jesús.

A la octava de Pascua la llamamos domingo de la misericordia, por iniciativa del beato (desde el domingo 27 de abril, santo) Juan Pablo II. Antiguamente era llamada Dominica in albis recordando a los nuevos bautizados de Roma, que subían hasta la Basílica de San Pancracio para depositar ante el niño mártir las vestiduras blancas, signo de su dignidad de cristianos, vestiduras que se les habían entregado en la noche de pascua: “los bautizados en Cristo hemos sido revestidos de Cristo”.

La octava de Pascua tiene la riqueza, la solemnidad y el sentido de la misma pascua. Toda la semana, en la eucaristía decimos en el prefacio:”pero más que nunca en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” y en la plegaria eucarística hacemos referencia al “día santísimo de la resurrección del Señor”. La resurrección del Señor es el gran acontecimiento en el que el Padre ha devuelto la vida a Jesús, en el que la muerte, la suya y la nuestra ha sido vencida.

En la hermosa oración colecta acogemos los dones del Resucitado: “el bautismo que nos ha purificado, el Espíritu que nos ha hecho renacer y la sangre que nos ha redimido”. Rescatados, perdonados, renacidos a una vida y a una esperanza nueva.
El libro de los Hechos de los apóstoles no presenta la vida nueva de la comunidad de creyentes: vivían de la palabra recibida de los apóstoles; vivían unidos, compartiendo necesidades cualidades y bienes con los hermanos; oraban y sobre todo, se mantuvieron fieles en la fracción del pan. Ante los demás, eran un signo de paz y de alegría. Vivían con Cristo y querían trasmitir su fe en él.
En el evangelio contemplamos la resistencia de Tomás, quien no cree en el testimonio de la comunidad. Es un misterio que no creyera en Jesús, con quien tantos momentos había vivido y compartido, y que no creyera a la comunidad que eran testigos del Resucitado y que eran sus amigos. Siempre crees a los que amas. A Tomás le faltó amor, confianza en la comunidad y le sobró excesiva confianza en sí mismo. Jesús tuvo amor y paciencia con él: “Mete tu dedo, mete tu mano…”.”Señor mío y Dios mío”.

Nosotros nos ganamos la bienaventuranza de Jesús: “Dichosos los que crean sin haber visto”; y las preciosas palabras de Pedro: “No habéis visto a Jesucristo y lo amáis” “no le veis y creéis en”.
La fe, don de Dios, llegada a nosotros por el testimonio de nuestros padres, como último eslabón de una larga cadena. Cristo nos ha configurado con su palabra y con la eucaristía. Nuestra vida debe ser un signo evidente de que Cristo ha resucitado y está presente entre nosotros. Debemos cuidarla con la caridad, la oración y los sacramentos.

La Iglesia, cada comunidad y grupo cristiano, debemos manifestar nuestra comunión en el amor; debemos ser acogedores, compasivos, cercanos y solidarios con los que sufren y con los pobres. Debemos ser Cristo.

Domingo de la misericordia. Canonizaciones de Juan Pablo II, el papa que tuvo pasión por el ser humano, universal, cercano, comprometido; de Juan XXIII, el papa sencillo, valiente y confiado en la providencia, y que utilizó siempre las armas de la bondad y de la alegría. Que intercedan por la Iglesia.


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PASCUA DE RESURRECCIÓN. 19-4-2014 
sábado, abril 19, 2014, 04:28 PM - Comentarios a las Lecturas
PASCUA DE RESURRECCIÓN. Ciclo A. (19-4-2014). Vigilia pascual.

Epístola. Romanos 6, 3-11. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.

Evangelio. Mateo 28, 1-10. Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea.

¡Cristo ha resucitado! ¡No busquéis entre los muertos, al que vive! ¡No tengáis miedo, alegraos! ¡Camina delante de vosotros a Galilea, allí le veréis! Hermanos: ¡qué necesitados estamos de grandes anuncios, como el de la resurrección, cuando estamos rodeados de tanta oscuridad, noche y desesperanzas!

Esta noche, en la bellísima liturgia de la Vigilia, cantamos y anunciamos que Cristo vive. Y en Cristo, tenemos vida nosotros. La resurrección es la gran palabra del Padre sobre Cristo, Él es la verdad. Se ha roto el gran silencio del Padre de la tarde del Viernes Santo. La resurrección es la victoria de la vida que nos ofrece Dios sobre todas las formas de muerte que amenazan al ser humano. En él hemos sido redimidos y recreados, y nuestra naturaleza a ha sido elevada a la dignidad de hijos de Dios.

Proclamamos que Cristo es la luz, “luz de Cristo” cantaremos; y por la fe, su misma luz ilumina nuestro ser y todo lo que nosotros somos y hacemos. Le seguiremos con los cirios encendidos, como en la columna de fuego que guiaba a Israel por el desierto, con la confianza de saber que nos saca de todas nuestras esclavitudes y nos conduce a la verdadera vida.

Las lecturas del Antiguo Testamento nos van recordando todo el amor y las infinitas delicadezas que ha tenido Dios con nosotros a lo largo de la historia, llegando a esta última de la resurrección del Señor, en la que los pobres y sufrientes del mundo vencen, por el poder de Dios. Hemos sido liberados, rescatados y elevados a la dignidad de hijos de Dios.

El bautismo nos incorporó a Cristo, a su vida, muerte y resurrección, y este día lo renovamos, con la luz encendida de la fe. Vivamos desde nuestra condición de bautizados; el bautismo no fue una tradición o algo que pertenece a la infancia, sino que marca un ser, somos hijos de Dios y miembros de la Iglesia; el evangelio es nuestro proyecto de vida; y nuestra misión, trabajar para que este mundo se parezca más al proyecto, al Reino de Dios.

Tenemos que ser testigos de Cristo. El evangelio nos anuncia que camina junto a nosotros, que lo encontraremos en Galilea, en los trabajos del día a día.

Pablo en la epístola nos recuerda que en Cristo ha sido crucificada nuestra antigua condición de pecadores y que debemos llevar una vida como la de Cristo. Como la muerte ya no tiene dominio sobre Él, tampoco, las consecuencias del pecado, deben estar presentes en nosotros. Una vida nueva, la de Cristo.

En el mundo siempre parece que tiene más fuerza el mal y el pecado. Siempre hace más ruido y los medios de comunicación lo difunden más. La victoria de Cristo es un estímulo, desde una fundada esperanza, a vivir evangélicamente, a trabajar por los pobres y pequeños de la tierra sin desanimarse, sin sensacionalismos, con perseverancia; a vivir con convicción lo que creemos.
Testigos del Señor, con amor, con alegría. Él está en la fracción del pan, en la comunidad y en los que sufren.
“Allí me veréis”.




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