viernes, mayo 9, 2014, 10:49 AM - Otros
NTRA. SRA. DE LOS DESAMPARADOSLa Madre del Señor es también nuestra Madre; los cristianos le tenemos un cariño muy especial, y los valencianos, además, a este título tan nuestro de Mare de Deu y dels Desamparats. Celebramos su fiesta el sábado anterior al segundo domingo de mayo, Y, al día siguiente, llamado domingo de la Mare de Deu, celebramos la solemnidad externa, con muchas celebraciones: Misa de Descoberta, Misa d’infants, Traslado, Misa solemne en la Catedral y Procesión general. Todos tenemos la necesidad de
Con verdadero primor cuidamos su imagen y su capilla, acudimos a rezar ante ella con mucha frecuencia, le llevamos flores y le encendemos cirios; la hemos coronado canónicamente, para expresar de manera gráfica que es nuestra reina, recorre nuestras calles, le abrimos nuestras puertas y balcones, visita nuestros cementerios, le ofrecemos los niños. Le hacemos también todo tipo de ofrendas para los necesitados…María es todo para nosotros.
En el evangelio de Juan, Jesús desde la Cruz, como último regalo, nos la entregó como Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. El Señor quiso que siguiera ejerciendo como Madre de todos nosotros, como ya hizo hizo con él; también nos está diciendo que, para ser de sus discípulos, debemos sentirnos hijos de la Madre. Luego dijo a Juan: “Hijo, ahí tienes a tu Madre, y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa”, como Madre propia. En Juan estábamos representados todos.
Hay que hacerle sitio a la Madre en nuestra vida, en nuestro tiempo, en nuestros intereses y prioridades. Que esté, que no moleste. Que sea un don y una gracia.
Benedicto XVI nos invitaba a formar parte de la escuela de María; a aprender de su capacidad de escucha, de su oración, de su silencio meditativo, de su atención amorosa, de su estilo en acompañar y servir sin atosigar…de su forma de amar. Nunca se buscó a sí misma. Acogerla es ser como ella. No hay nada que enorgullezca tanto a un hijo como el parecerse a su madre, sobre todo, si es una Madre como la Virgen María.
Al entrar María en nuestras vidas nace en nosotros el verdadero amor. Ella nos trae a Cristo, el fruto vendito de su vientre. Y Cristo nos enseña a amar.
María es Madre de los Desamparados. Ella nos estimula a que tengamos una sensibilidad especial para ver y responder a todas las formas de Dolor humano y a que nuestra caridad sea real, no una “farsa” como dice el apóstol Pablo. El egoísmo empequeñece, aísla, empobrece y destruye. Va contra la verdadera justicia. El verdadero amor nos hace sentirnos hijos y hermanos. Y e esto no es literatura piadosa. María nos necesita; espera seguir amando a los pobres y desamparados del mundo a través de nosotros, y… ¡son tantos! ¡Tiene tantos nombres la pobreza y el desamparo! María nos hace sentir, vivir y entregarnos de otra manera. En la devoción inicial a la Virgen de los Desamparados está la atención y cuidado hacia los enfermos disminuidos psíquicos, los demenciados, los locos. María nos pide no girar la mirada ni cerrar el corazón ante los hermanos que nos necesitan.
Como fruto de la devoción a María han surgido muchos frutos de verdadera caridad, muchas instituciones, acciones, compromisos personales. Frutos de amor real y eficaz.
Trasmitamos la devoción a la Virgen, el rezo en familia del rosario. Si los niños y jóvenes no la conocen, no podrán acudir a ella en momentos difíciles de su vida. No tendrán las motivaciones que ella nos da para dirigirnos al “hermano pobre y desamparado”.
Vivir desde la misericordia y respetar la dignidad de todo ser humano es el núcleo de la fe y la gran razón de nuestro obrar.
Que la Virgen ilumine a todos los que tienen responsabilidades en el campo de la vida pública para que con verdad sirvan, apoyen y defiendan a todo ser humano.
( 510 visualizaciones )