Blog del párroco
DOMINGO 17 DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C. (28-7-2013) 
sábado, julio 27, 2013, 06:37 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 17º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C. (28-7-2013)

1ª Lectura. Génesis 18, 20-32. No se enfade mi Señor, si sigo hablando.

Salmo 137. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

2ª Lectura. Colosenses 2, 12-14. Os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados.

Evangelio. Lucas 11, 1-13. Pedid y se os dará.
Hoy las lecturas nos hablan de oración.

Estos días, conmovidos por los muertos y heridos del accidente de tren en Santiago de Compostela, y por el sufrimiento de sus familiares y amigos, estamos rezando mucho por ellos. Nuestra oración expresa la necesidad de que el Señor esté cerca de los que sufren, ayudándoles a sobrevivir con tanto dolor; también nos damos cuenta de que somos muy débiles, de que la vida está muy amenazada por muchos motivos, y le pedimos al Señor que nos cuide y no nos deje de su mano.

Estos días, también la oración nos une al Papa Francisco y a los jóvenes de todos los continentes reunidos en la JMJ 2013 de Rio. El Papa, los jóvenes, la fiesta de la fe, la evangelización…La oración realiza en nosotros el milagro de la comunión. Estamos unidos eficazmente desde la distancia. La oración expresa que formamos la misma familia de Jesús y nos llena de consuelo y alegría.
La oración nos abre a Jesús y a los hermanos. Nos hace verlo todo desde Dios y nos mueve a un eficaz interés en la entrega. El pragmatismo de la vida nos lleva a creer sobre todo en la eficacia de nuestras acciones, de lo que nosotros hacemos. Unas veces se ha cumplido lo que hemos pedido, otras, no hemos entendido lo que sucedía. Siempre necesitamos acudir al Señor

. ¿Cuándo oramos?, ¿cómo oramos?, ¿dónde está la verdadera eficacia de la oración?, ¿amamos a aquel a quien nos dirigimos?
A los discípulos les debía sorprender e impresionar ver a Jesús en oración. Lo hacía con frecuencia, en soledad, durante la noche, antes de tomar decisiones importantes: le verían transformado, elevado; la oración al Padre le daba luz para tomar decisiones, consuelo en los momentos duros, fuerza para seguir con su misión. “Maestro, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

Y el Señor no les explicó ninguna técnica de relajación personal, de entrar en armonía con el medio, ni de mejorar nuestras relaciones interpersonales. El Señor les enseñó una oración, para que, rezándola con verdad, viviéndola, se dejaran transformar por su espíritu. Les enseñó el Padrenuestro.

Con el Padre nuestro entramos en contacto con la fuente de la vida y del amor; nos sentimos sus hijos; bendecimos al Padre y deseamos que todos le conozcan y sigan; que venga su Reino, que no nos falte su paz y perdón, llamándonos a personar
Nos dijo que le habláramos a Dios con mucho cariño y confianza. Abba, “querido papa”. Es la oración de los hijos y de los hermanos. “Padre nuestro”.

El padrenuestro hace que nos sintamos pequeños, agradecidos y solidarios. Del Padre viene el pan y el perdón; trabajamos para que su proyecto de salvación se realice sobre el mundo y en cada uno de los hombres; queremos amar lo que Dios ama y que se cumpla su voluntad.

En el salmo hemos respondido: “cuan te invoque Señor, me escuchaste”. Es Señor atiende siempre, siempre, y hay que confiar en sus silencios, en sus esperas y en sus decisiones. El fruto es sintonizar nuestro ser con el querer de Dios.

La primera lectura nos habla de la insistencia de Abraham, de su regateo y perseverancia. Dios quiere nuestro interés y nuestra implicación. Somos mediadores de las necesidades de los hermanos como expresión de amor. Si no se reza bien, la vida interior se convierte un desierto que nos encierra en nosotros mismos y nuestros criterios en cuestiones humanas.

En la oración cada uno es diferente, Es cuestión de vida de fe u amor. No es rezar por rezar, es estar ante y con el Señor, metido en sus sosas, que son las cosas de los que sufren y cambiendo nosotros.


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DOMINGO 16º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (21-7-2013) 
jueves, julio 18, 2013, 09:28 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 16º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C. (21-07-2013)

1ª Lectura. Génesis 18, 1-10ª. Señor, no pasees de largo junto a tu siervo.

Salmo 14. Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda?

2ª Lectura. Colosenses 1, 24-28. El misterio que Dios ha tenido escondido lo ha revelado ahora a su pueblo santo.

Evangelio. Lucas 10, 38-42. María lo recibió en su casa. María ha escogido la mejor parte.

Escoger la mejor parte es escoger a Jesucristo y escuchar su palabra.

El Evangelio de hoy no nos plantea una disyuntiva entre la contemplación y la acción, entre la actitud de hospitalidad (tan valorada ya en todo el Antiguo testamento) y la vida de oración. Son dos dimensiones necesarias de la misma actitud de apertura, de acogida, de comunión y de respuesta al Señor. El evangelio nos plantea la prioridad de escuchar la palabra del Señor, y no se escucha solo con los oídos sino que es toda la persona quien escucha. También, para San Lucas, es muy importante que quienes escuchan y acogen sean dos mujeres, porque la invitación a ser discípulos está dirigida a todos, también a las mujeres.

En el evangelio vemos a María que sentía hambre de Jesús, de estar a sus pies, de escuchar su palabra. “Estar a sus pies” era permanecer junto a él, en su amor, y la hacía feliz; “escuchar su palabra”, acogerlo, llenarse de él y de su verdad. Es una experiencia personal que no resulta fácil de contar, sino de invitar a experimentar. Jesús es una persona, no una doctrina, que llena y transforma, a quien se prefiere y elige sobre todo, sea hombre o mujer.

La primera lectura nos muestra a Abraham, quien en la puerta de su tienda, acoge a unos caminantes. Pensó darles pan y agua, pero, sin saber cómo ni por qué, les preparó un banquete con lo mejor que tenía. Se sintió transformado por aquella presencia, era Dios quien pasaba; el fruto fue la promesa del hijo de Sara, el mejor regalo, porque le devolvía la dignidad y le abría a la esperanza.

En el salmo manifestamos nuestra preocupación: “Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda?”, y el Señor, en cada eucaristía, es quien se hospeda en la nuestra para cambiarnos la vida. El salmo nos va describiendo la conducta de quien se va configurando con Cristo: el que procede honradamente y practica la justicia; el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua; el que no hace mal al prójimo, ni difama, ni desprecia al impío y honra a los que temen al Señor; el que no es usurero ni acepta sobornos…el que así obra, nunca fallará.

Escuchar la palabra para acoger al Señor. ¿Cómo la acogemos? ¿cómo nos cambia? El cristiano tiene que saber discernir entre tanto “ruido” que dispersa, embota, entretiene. La palabra de Dios no es una palabra más, unifica, ordena, centra la vida. Para escuchar hay que saber hacer silencio interior antes y con una disponibilidad total acoger a quien nos habla y lo que nos dice, con humildad, “a los pies de Jesús”.

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DOMINGO 15º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (14-7-2013) 
viernes, julio 12, 2013, 03:38 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 15º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (14-07-2013)

1ª Lectura. Deuteronomio 30, 10-14. El mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo.

Salmo 68. Buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.

2ª Lectura. Colosenses 1, 15-20. Todo fue creado por él y para él.

Evangelio. Lucas 10, 25-37. ¿Quién es mi prójimo?

Hoy plantean al Señor la pregunta fundamental: “Maestro ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” Y el Señor nos responde que ya nos lo han dicho todo, que está todo en la ley, que solo hay que cumplirlo: amar a Dios y amar al prójimo.

Y… ¿quién es el prójimo?

El prójimo no es el familiar, el paisano, la persona afín por ideas, valores, religión…Tampoco lo es por pertenecer al mismo país o raza: es cualquier ser humano que encontramos caído, asaltado, enfermo… en los caminos de la vida. El evangelio nos muestra a un ser humano que ha sido asaltado, maltratado, abandonado y dejado a su propia suerte. No sabemos de él nada más y tampoco hace falta. El prójimo es el que “le vio”, se paró y reaccionó con lo que pudo; cargó con él y se hizo cargo de él, comprometiéndose a pagar los gastos que generó su cuidado. Llegaría más tarde donde pensara ir, cambió sus planes…pero siguió el dictado de su corazón: se conmovió y fue coherente con su sentimiento, y reaccionó. Para él, lo primero fue, el ser humano que encontró caído, el que para nosotros es imagen de Cristo, “Ecce Homo”. El unió religión y caridad, oración y acción, culto y compromiso. El que está cerca del hombre está cerca de Dios.

El levita y el sacerdote lo vieron y pasaron de largo. Si lo hubieran atendido habrían incurrido en impureza legal, no habrían podido entrar en el templo sin purificarse, incluso hubieran llegado tarde. En su manera de entender la religión lo primero no eran las personas ni la misericordia. Está claro que lo entendían mal, porque eso no es lo que nunca ha dicho ni la ley del Señor, ni lo que Jesús hace ni enseña. La primera pregunta que hace Dios en la biblia es “dónde está tu hermano”; y lo que mueve a que Dios revele su nombre es “he oído el gemir de mi pueblo”.

El que tuvo misericordia era un samaritano, quien no era precisamente una persona “de bien”, según los criterios del mundo. Pero fue un hombre de grandeza de alma y de corazón.
Todos queremos ser como el samaritano.

No es fácil, porque el mundo está lleno de hermanos asaltados, abandonados, empobrecidos, explotados…miremos hacia donde miremos. Además, la pobreza y la miseria muchas veces envilecen y degradan, y dan razones a las personas de buenas costumbres para pasar de largo y concretar el compromiso con Dios en actos de culto y en determinadas acciones de ayuda a los necesitados. No se puede hacer más.

Sin embargo el Señor nos urge a no separar el culto verdadero con la misericordia más concreta, urgente e inmediata. La religión que Jesús quiere es el que vivamos con una actitud samaritana.

Todos llevamos cosas y posibilidades en las alforjas de nuestra vida, y el proyecto de Dios sobre el mundo y sobre el hombre no permite que haya hijos suyos tan sufrientes y explotados. La imagen del Papa Francisco celebrando la eucaristía sobre una barca de refugiados en Lampedusa no admite ningún comentario.

El prójimo es el que “tuvo misericordia de él”. “Vete y haz tu lo mismo”. Es así, y no es otra cosa.
A lo largo de la historia, con muy buena voluntad, hemos ido añadiendo “muchas otras cosas” al compromiso de vivir el evangelio, que han ido “tapando” la prioridad del hermano. Sin embargo, a lo largo de la misma historia de la Iglesia no han faltado hombres y mujeres, los santos, frutos del Espíritu Santo y que han querido vivir como el Señor, que por amor han muerto pobres porque se han entregado del todo, leprosos porque han vivido entre los que tenían esta u otras enfermedades, ejecutados por defender a los que no tenían derechos ni palabras, entregados…en lo que ha sido necesario para servir por amor.

Mirar el mundo con los ojos de Jesús. Amarlo con su corazón y…”ve y haz tu lo mismo”.

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DOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (7-7-2013) 
viernes, julio 5, 2013, 01:19 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (7-07-2013)

1ª Lectura. Isaías 66, 10-14c. Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz.

Salmo 65. Aclamad al Señor, tierra entera.

2ª Lectura. Gálatas 9, 14-18. Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.

Evangelio. Lucas 10, 1-12.17-20. Vuestra paz descansará sobre ellos.

Hoy el evangelio nos habla de la misión de evangelizar a la que nos llama el Señor a todos los cristianos (los grupos de “72” expresan totalidad). Todos los cristianos debemos vivir en permanente estado de evangelizadores. San Pablo decía: “Ay de mi, si no anuncio el evangelio”. La evangelización debe llegar a todos los rincones del mundo.

Juan Pablo II, con motivo del comienzo del tercer milenio de Cristo, llamaba a la Iglesia a una nueva evangelización: con nuevos métodos, con nuevo ardor, con nueva expresión, para que nuestro lenguaje fuera inteligible y significativo para el hombre de hoy.

Es tarea y responsabilidad de todos y cada uno de los cristianos, no solamente de los consagrados, que el mensaje de Jesús llegue a todos y que los que se han alejado de él, lo reencuentren de nuevo y vuelvan a la comunión plena con la Iglesia.

El evangelio nos trae rasgos de cómo debemos evangelizar:

1. El Señor nos envía “delante de él”, para que preparemos el camino; lo importante es que hablemos de Jesús, se encuentren con él y no nos antepongamos a nosotros mismos.

2. Envía de “dos en dos”, para que evitemos personalismos e individualismos (somos enviados en nombre de la Iglesia), y tengamos el apoyo y la ayuda de la comunidad.

3. Primero hay que orar mucho, porque “la mies es abundante, los obreros pocos…” y difícil: “Os envío como corderos en medio de lobos”. La fuerza y la resistencia en la misión nos vienen de Dios.

4. Nos dice que no tengamos apoyos humanos, necesitemos seguridades, ni pretendamos éxitos ni provechos humanos: “no llevéis bastón, ni alforja, ni sandalias…”

5. Que estemos centrados en lo fundamental, sin distracciones: “no os detengáis a saludar…” No vamos a hacer amigos sino a hablar del amor de Dios y a anunciar a Jesucristo. Siempre en camino.

6. Que seamos mensajeros de paz, de reconciliación; “que se quede vuestra paz”. Unir, ayudar a que se encuentren y ayuden los hermanos. La experiencia de fraternidad ayuda a sentirse hijos de Dios. Curad, consolad, acompañar, ser instrumentos del perdón de Dios.

7. Valorad y agradeced la hospitalidad y la acogida. Permaneced, vivid la comunión.

8. Es dura la expresión del evangelio cuando habla del rechazo a la palabra de Dios: “sacudíos el polvo de las sandalias y marchaos”. De esta forma el evangelista nos insiste en la grave responsabilidad del que rechaza la Palabra porque rechaza al mensajero y a Dios mismo. Ahora vivimos muchas situaciones de gran frivolidad cuestionando o criticando doctrinas y costumbres de la Iglesia. No son cuestiones opinables sino verdades que se aceptan desde la fe y la confianza. Nosotros, con nuestra adhesión, nos beneficiamos al hacer nuestra la verdad de Dios. Estas posturas son expresión de poca formación, manifiestan la pérdida del sentido religioso y expresan incapacidad de valorar la gratuidad.

9. Finalmente el evangelio nos habla de la alegría del evangelizador a pesar de las dificultades, sufrimientos y posibles fracasos. Pero no es una alegría por el esfuerzo o el éxito humano, por lo que hemos conseguido, sino porque nuestros “nombres están inscritos en el cielo”.

El buen ejemplo, la honradez y profesionalidad en el trabajo, la oración de intercesión, el ejercicio de la caridad y la proposición explícita, de manera adecuada y oportuna de la fe. Todo son tareas del cristiano en misión.

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DOMINGO 13º DEL TIEMPO ORDINARIO (·30 de junio de 2013) 
viernes, junio 28, 2013, 08:01 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 13º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C (30-6-2013)

1ª Lectura. 1º de los Reyes 19, 16b.19-21. Eliseo se levantó, sacrificó y quemó todo lo que suponía su vida anterior, con una completa libertad (“¿Quién te lo impide?”) y marchó tras Elías.

Salmo 15. El Señor es mi lote y mi heredad.

Gálatas 4, 31b- 5, 1.13-18. Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Vuestra vocación es la libertad de quien vive desde el amor.

Evangelio. Lucas 9, 51-62. El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.

Jesús, deseando hacer la voluntad del Padre, cree que ha llegado el tiempo de subir a Jerusalén a concluir su misión. Él siempre actúa con libertad y profunda convicción.

Al atravesar Samaria, en una aldea, molestos los vecinos porque Jesús tenía intención de pasar de largo, no les dieron alojamiento. Dos de los discípulos, hablaron de “castigarles” por esta negativa y Jesús, que defiende y valora la libertad de todos y que no busca ni acepta privilegios, les corrigió.

Durante el camino, uno de los discípulos, de manera inconsciente y precipitada, dice a Jesús:”Te seguiré a donde vayas”. Jesús, como respuesta, les da tres rasgos de vida para quien quiera seguirle, tanto para los apóstoles como para los discípulos.

El primero es que hay que ser pobre. Esto da miedo, porque necesitamos los bienes como protección y seguridad; también nos distinguen y nos dan poder y categoría social. Nos quitan preocupaciones y nos satisfacen todas las necesidades. Pero el “Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” y el discípulo no es más que el maestro y le “sigue a donde quiera que vaya”, abraza su forma de vida. La palabra del Señor es clara, firme, rotunda…Interpela en un mundo con formas de vida como las nuestras, donde se desperdicia, se despilfarra, se esquilman los bienes de la creación…donde tantas personas carecen de lo más necesario para vivir incluso teniendo que llegar a abandonar a los hijos para que se haga cargo la administración y, desde la desesperación se llega a matar a los tuyos, enfermos y con serias carencias, y al posterior suicidio por falta de medios. El lujo, el despilfarro, la opulencia…son una lepra social. Los medios de comunicación, nada desinteresados, han llegado a decir que con los alimentos que se tiran se podría solucionarse el hambre en el mundo.

El segundo rasgo del discípulo es que no se pongan condiciones a la evangelización, que no antepongamos cuestiones nuestras. Debemos mirar hacia a adelante y que trabajar por la vida que viene de Jesucristo:”Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Esta palabra de Jesús, también nos parece dura, ya que Él siempre nos ha dicho que estemos al servicio de los ancianos y enfermos, y que seamos agradecidos. Nos insiste en no distraer nuestra vida de la urgencia de anunciar el Reino de Dios, la verdad que vemos en Jesucristo.

El tercer rasgo es el empeño y la perseverancia en la entrega. No hay que quitar la mano del arado ni echar la vista atrás. Seguir al Señor “a donde quiera que vayas” supone pasar por todas las situaciones de entrega, superando crisis, dudas y dificultades. Que no decaiga el amor, hasta el final, como el Señor lo disponga. Confiar en él más que en nosotros mismos y más que en nada ni nadie.

En la primera lectura hemos escuchado la respuesta de Eliseo a la vocación de profeta que le llegó a través de aquel gesto tan significativo de ser cubierto por el manto de Elías. Lo sacrificó todo, lo compartió en el banquete que ofreció, y despejó la posibilidad de ningún retorno, ni a su trabajo ni a su vida anterior. Dios fue su lote y su herencia, y nada más.

Se puede seguir al Señor así, cuando se ha conquistado la verdadera libertad de la que nos habla San Pablo en la carta a los Gálatas, la que realiza Cristo en nosotros: “Cristo nos ha liberado”. El nos hace ver y nos ayuda a superar todas las formas de esclavitud, de la carne y de las codicias y mentiras del mundo, para vivir desde el Espíritu hasta llegar a ser capaces de ser esclavos de los hermanos por amor.

Hoy es el día del Papa. Todas las comunidades cristianas rezan por el papa, agradecen si ministerio y ayudan con sus colectas a las obras caritativas y de apostolado del Papa. La ofrenda a Pedro, el óbolo de Pedro siempre lo hemos vivido como un signo de afecto, de comunión y de ayuda. Que el Señor le asista en su ministerio de comunión para ayudar a la fe de todos. También pediremos por el papa emérito Benedicto XVI, quien sigue amando y sirviendo a la Iglesia desde el silencio, la oración y el estudio.

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