viernes, julio 3, 2015, 12:15 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B. 5-07-2015Ezequiel 2, 2-5. Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.
Salmo 122. Misericordia, Señor, misericordia.
2 Corintios 12, 7b-10. Presumo de mis debilidades, así residirá en mí la fuerza de Cristo.
Marcos 6, 1-6. No desprecian a un profeta más que en su tierra.
Jesús no pudo hacer en su pueblo ningún milagro. Sus paisanos conocían sus orígenes humanos: “el hijo del carpintero, de María, sus parientes son…” Tampoco entendían de donde podía sacar su sabiduría y poder. “Es como nosotros, y nosotros no podemos” es el razonamiento de los mediocres.
Es difícil entender que Dios actúa en la normalidad, en lo pequeño. Les resultaba difícil aceptar que aquel, a quien habían visto crecer, pudiera ser el salvador del mundo. No aceptar la grandeza del otro nos empequeñece.
¿Era por envidia? La fe es aceptar también el estilo de Dios y sus tiempos. Muchas veces, con nuestras opiniones y prejuicios, no dejamos a Dios ser Dios.
Hay un dicho popular que dice que “el santo, cuanto más de lejos (y yo añadiría, (cuanto más raro), mas milagroso”. ¡Cuántas veces nos cuesta reconocer el valor y los méritos de personas cercanas que hacen verdaderos actos extraordinarios, con su generosidad, autenticidad, sacrificio…cada día, sin darle importancia! Qué pena que Jesús no pudiera hacer entre los suyos ningún milagro. En una ocasión lo recogieron sus familiares porque decían que no estaba bien de sus cabales. Hoy les vemos juzgándolo, porque no comprenden lo extraordinario de su persona y de sus obras. Es difícil conocer en profundidad a quien tienes tan cerca.
¿Nos ocurre también a nosotros algo similar entre los que tenemos cerca?. En estos tiempos, muchas personas ni ven el testimonio de los suyos ni escuchan sus palabras, buscando pretextos para seguir otras ideas, sin valorar el tesoro de la fe recibida. ¡Cuánto rechazo tácito o explícito entre los nuestros, cuando se trata de cuestiones de fe y de moral!
En la primera lectura hemos escuchado que el pueblo tampoco hacía caso a Ezequiel, pero Dios le dice que siga predicando, que no pare. En el evangelio hemos visto que Jesús tampoco se desanimó, sino que siguió por otros pueblos anunciando el reino de Dios.
Pablo nos recuerda que la fuerza se realiza en la debilidad, y que cuando se siente débil, entonces es fuerte, porque su fortaleza es la de Dios. En la dificultad debemos crecernos.
Hoy los cristianos y sacerdotes, en este momento cultural, estamos un poco perdidos y desanimados cuando experimentamos el poco caso que se hace al mensaje de Jesucristo, a la educación recibida en las familias, en las parroquias… El mensaje no es escuchado. Lo que ofrecemos no es aceptado. Se prescinde de todo lo cristiano. ¿Por qué está desfasado…inventado por la iglesia…porque es un mensaje interesado…? Se está aceptando con normalidad el vivir al margen de los valores evangélicos y no se ve el final de todo esto.
Hemos de seguir trabajando. No hay que dejar de hacer lo que se debe hacer. La gente va y viene. Unas veces tenemos fracasos, otras veces las pruebas no son tan duras, pero hay que mantenerse fieles y en el lugar que a cada uno corresponde. Hay que exponer el Santísimo, celebrar la Eucaristía, estar disponibles para la acogida, escucha, confesión…atender a los pobres…aunque vengan pocos y tengamos escasos recursos. Hacer presente el amor misericordioso de Dios que nos busca y espera siempre.
Dios siempre nos dará oportunidades nuevas para encontrarse con nosotros y cambiarnos el corazón.
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