Blog del párroco
DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 28-9-2014 
viernes, septiembre 26, 2014, 10:07 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 28 de septiembre de 2014.

1ª Lectura. Ezequiel 18,23-28. Cuando el malvado se convierta de su maldad salvará su vida.
Salmo 24. 4-9. Recuerda, Señor, que tu ternura es eterna.

2ª Lectura. Filipenses 2, 1-11. Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús.

Evangelio. Mateo 21, 28-32. Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el Reino de Dios.

De los arrepentidos es el Reino de los cielos; lo realmente importante es emprender el camino de la conversión y vivir en él.
Las palabras de Jesús son escandalosas y provocadoras, entonces y ahora, donde estos grupos eran y son considerados de los más pecadores y excluidos; pero Jesús siempre se sintió a gusto con los “pequeños” y experimentaba que, al sentirse pecadores, eran humildes y buscaban con cariño a Jesús y le seguían con verdad y agradecimiento.

De Jesús se autoexcluyen los que se ven a sí mismos perfectos, justificados y no necesitan nada que provenga de nadie, más bien se les necesita a ellos y se les adeuda, por lo perfectos que son; de Jesús están lejos los que juzgan con dureza a los demás y no les dan posibilidad ni les dejan tiempo para que cambien.

Jesús agradece la fidelidad perseverante de “los de dentro”, que siempre están cerca entregando su tiempo, sus ilusiones y trabajos; pero no quiere que tengamos un espíritu mundano, que busca ganancias, reconocimientos y premios. Tampoco que vivamos de apariencias, sino de verdad.

Pablo en la segunda lectura nos dice que Jesús “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo”. Se rebajó y se puso a la altura de los más pequeños. Por amor y por reconocimiento del valor de todo ser humano.

Pero hoy, el comienzo del evangelio nos recuerda la importancia de las obras y de no quedarnos en palabras. Cumplió el hijo que, a la hora de la verdad, fue a trabajar a la viña de su padre. Todos tenemos que trabajar en la viña. Es la hora de los testigos, de los testimonios y de proponer discreta e inteligentemente la fe, a quienes se han alejado de Dios. ¡Qué bien se definió Benedicto XVI al comienzo de su pontificado cuando dijo de sí mismo “soy un humilde trabajador de la viña del Señor”! Nosotros también.
Manos a la obra.

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DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 21-09-2014 
sábado, septiembre 20, 2014, 10:34 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 21-09-2014

1ª Lectura. Isaías 55, 6-9. Ni mis caminos son vuestros caminos, ni mis planes son vuestros planes

Salmo 141. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

2ª Lectura. Filipenses 1, 20-24.27. Para mí la vida es Cristo. Llevad una vida digna del Evangelio.

Evangelio. Mateo 20, 1-16. Id también vosotros a mi viña.

En el evangelio, el Señor nos hace una llamada, apremiante y universal, a la evangelización, a trabajar en su reino. Nos llama a todos, a cualquier hora, niños y adultos, sanos y enfermos, en cualquier situación laboral o personal. Todos hacemos falta, no quiere que haya parados: “Id también vosotros a mi viña”.

La descristianización de la sociedad, la escasez de vocaciones, el número y la edad de los sacerdotes…hace esta tarea especialmente necesaria. Además, cada cristiano, por su bautismo, es un enviado a anunciar el Reino de Dios: “Id también vosotros a mi viña”. Urge que los cristianos laicos tomemos conciencia de que somos testigos de Jesús y de su evangelio, no solamente predicadores o catequistas, y de que nos ofrezcamos para todo tipo de tareas dentro de la comunidad.

El testigo vive de acuerdo con el evangelio, “para mí la vida es Cristo”. Como decía San Agustín, “no nace para disfrutar y morir, sino para vivir cada día más plenamente”, hasta la eternidad. Hoy debemos los cristianos debemos proponer directamente la vida de fe a quien se ha distanciado de la vida de la Iglesia y a quienes la han perdido. Debemos mostrar a Jesucristo a quienes no le conocen, a todos, porque Cristo lleva la vida a plenitud. No es suficiente, aunque es necesario, dar buen ejemplo. Debemos mostrar a la Iglesia como una comunidad que acoge, ayuda y acompaña y a los sacramentos como momentos en los que Cristo actúa, transforma y santifica. Quedarnos en la comprensión de que son momentos tradicionales que se celebran por costumbre, es estéril y empobrecedor.

¿Cuáles son nuestros caminos, son los de Cristo?. ¿Dónde ponemos nuestros pies, hacia dónde nos dirigimos?

El cristiano, por la oración y reflexión, tiene que discernir lo que Dios le pide: “cerca está el Señor de los que lo invocan”, con la seguridad de que él nos ayuda, y al final de la jornada, es quien mejor nos paga, porque no solamente valora los rendimientos, sino el coraje y la entrega, el amor.

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EXALTACION DE LA SANTA CRUZ. 14-9-2014 
viernes, septiembre 12, 2014, 08:29 AM - Comentarios a las Lecturas
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ. 14-9-2014.

1ª Lectura. Números 21,4-9. Los mordidos quedarán sanos al mirarla
Salmo77. No olvidéis las acciones del Señor.

2ª Lectura. Filipenses 2, 6-11. Se despojó de su rango, por eso Dios lo levantó sobre todo.

Evangelio.Juan 3,13-17. Tiene que ser elevado en Hijo del Hombre.

Este año prevalece en la liturgia del domingo la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, fiesta que se celebra en Jerusalén en el siglo V y cuya devoción ha sido muy extendida en la Iglesia: las cruces de término, de distintos materiales nobles, grandes, artísticas… Las cruces de mayo cubiertas de flores… en plazas y lugares importantes. Han presidido edificios públicos, domicilios, especialmente las habitaciones, mesas de trabajo, sepulturas. Hemos hecho y hacemos la señal de la cruz al comenzar algo importante, pasar por delante de una Iglesia…porque es, nada menos que, la señal del cristiano, donde murió nuestro Señor Jesucristo. La celebración de la Eucaristía y los sacramentos están llenos de su presencia porque en ellos acontece Cristo. Y para los cristianos, la cruz es in signo de amor infinito, de vida, de resurrección.

Los hebreos dijeron a Moisés, cuando vieron su vida tan amenazada y rodeada de peligros en el desierto: “¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto?. Muchas veces escuchamos la queja de que este mundo no vale la pena porque hay muchos momentos, ocasiones y situaciones de dolor y sufrimiento.”¿vale la pena vivir así?. Moisés les enseñó a mirar hacia lo alto para poder encontrar sentido y curación.

La carta a Filipenses, escrita desde el dolor de la prisión, nos da el sentido del “rebajarse y despojarse”, por obediencia y desde el amor. Por eso Dios lo “levantó sobre todo y le dio un nombre sobre todo nombre”.

La cruz para el cristiano no es instrumento de castigo ni situación de desgracia y fracaso. Es una situación por la que podemos pasar, porque tenemos una naturaleza frágil y limitada y porque vivimos en un mundo en el que hay mucho odio, violencias, intereses…pecados. Para nosotros mirar la cruz nos hace comprender que no estamos solos en el dolor y que la cruz no es el punto final de la vida. En ella vemos hasta dónde puede llegar el amor: el Padre da a su Hijo y al Espírito, Cristo por obediencia y con una gran humildad, sin regatear sufrimientos, lo da todo. El Espíritu, nos es entregado para concluir la obra de Cristo. No se puede amar más. La contemplación de la cruz nos hace sentirnos amados y acompañados. Sabemos que el fracaso no está en la muerte, sino en el desamor.

Pero la cruz del Señor también nos ayuda a ver y a reaccionar ante tantas cruces, siempre injustas e inhumanas, que aplastan la vida del ser humano. Y a luchar contra esas situaciones. Abrazar la cruz, es asumir las propias dificultades con energía, no resignarnos. La cruz del Señor es el grito humano y divino más potente contra el injusto sufrimiento humano y es el reto de los cristianos para luchar contra él.

No podemos dejar de “mirar el árbol de la Cruz”, ni de ser sensibles a todos sufrimiento humano, para que se convierta en el “el árbol de la vida” cuyo fruto es Jesucristo.

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DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 7-9-2014 
viernes, septiembre 5, 2014, 05:01 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 7-9-2014.

1ª Lectura. Ezequiel 33, 7-9. Si no hablas al malvado, le pediré cuentas de su sangre.

Salmo 94. Ojalá escuchéis hoy su voz:”No endurezcáis vuestro corazón”.
2ª Lectura. Romanos 13, 8-10. La plenitud de la ley es el amor.

Evangelio. Mateo 18, 15-20. Si te hace caso, has salvado al hermano.

En el evangelio de hoy se nos recuerdan algunas exigencias de ser cristianos, de ser Iglesia: la corrección fraterna y la oración en común. Somos responsables del hermano.

En la primera lectura, el profeta Ezequiel dice que Dios nos pedirá cuentas del mal del hermano y que si el hermano nos hace caso cuando le corregimos, “le hemos salvado”. La comunión en la iglesia hace que sintamos al hermano como parte de nosotros mismos. Ahora bien, sentirnos responsables del hermano también es hacer nuestro su sufrimiento y pobrezas. No vale el individualismo de “sálveme yo y ya se arreglarán”.

Pero es fácil criticar y difícil corregir. Critica el que mira al otro de lejos; corrige quien considera al otro parte de sí mismo. Antes de corregir hay que hacer oración por él, para que tengamos la actitud adecuada y la corrección sea por amor, por deseo de no perderlo y no por rencor o despecho. Y con humildad, y con discreción, “a solas”. Es lo contrario de hablar “de” los demás, y no “con “los demás. Y, por supuesto, queda muy lejos de la maldición y la calumnia, medios que, a veces se utilizan, para eliminar a quien consideran un rival. ¡Qué lejos puede llegar los que viven desde el espíritu del mundo!

Y si es necesario, hay que buscar, con cuidado y prudencia, la ayuda de los demás. El único interés está en su salvación. Hasta se puede llegar a excluir de la comunidad, la excomunión, pero no como castigo, sino con un fin terapéutico, para que experimentando el pecador la soledad y la falta del amor de los suyos, de la comunidad…, sea capaz de rectificar y no pierda todo el bien que ha recibido.

La oración en común, en el nombre del Señor, nos hacer ser Iglesia. “Donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. La Iglesia no está presente por los edificios, sino por la comunión y la oración de los cristianos. Cuando rezamos juntos, Jesús está en medio, como le gustaba decir a Clara Lubich. Por eso la oración de la Iglesia es tan eficaz, porque es la oración de Jesús.

Tenemos que ser “odres nuevos”, por nuestra fraternidad, por nuestra humildad, por nuestra “necesidad” de Dios. No somos “personas atormentadas, ni comidas por el egoísmo, ni esclavas de rituales preestablecidos”. Odres nuevos, Iglesia de Cristo, llamados y reunidos para hacer presente a Jesús. No tenemos otro interés.

A la comunidad cristiana nos toca estar y ser así en medio del mundo, para que esté Jesús en medio.

Corregir supone comprometerse mucho con el hermano, con Dios y con uno mismo. Y orar, solamente se puede, cuando se ama mucho.



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DOMINGO 22º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 21 de agosto de 2014 
viernes, agosto 29, 2014, 11:40 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 22º DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A. 31 de agosto de 2014.

1ª Lectura. Jeremías 20,7-9. La palabra era fuego ardiente encerrado en los huesos; intentaba contenerla y no podía.

Salmo 62. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

2ª Lectura. Romanos 12, 1-2. Ofreceros vosotros mismos como la mejor ofrenda viva.

Evangelio. Mateo 16, 21-27. El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo.

El domingo pasado escuchábamos el elogio más grande que Jesús había dicho y que dirigía a Pedro: “Bienaventurado eres Simón…porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso sino mi Padre que está en el cielo. Eres Pedro y sobre esta piedra…”. Hoy Jesús le dice las palabras más duras: “Apártate de mi vista, Satanás, porque piensas cómo los hombres, no como Dios”.

Cuando Pedro dice “no lo permita Dios” al escuchar que Jesús tiene que sufrir, solamente escucha el anuncio de la Pasión. Pedro como nosotros y nosotros como Pedro: ¡cuánto miedo nos da el sufrimiento, el fracaso, las privaciones…!. “Piensas como los hombres, no como Dios”. Y los hombres buscamos comodidad, no aguantamos tener ni ver el sufrimiento provocado por tantas causas: la enfermedad con el sufrimiento y la dependencia de los demás, la pobreza, las dificultades y sacrificios, la austeridad. Hacemos una religión de sentimientos y devociones, no de configurarnos a Cristo, de asemejarnos a él y colaborar así en su misión en el mundo.

Asemejarse a Cristo es vivir con intensidad el amor y el interés por las personas teniendo de fondo una promesa de resurrección y de vida; asemejarse a Cristo supone y exige no vivir configurados por las pasiones del mundo, sus intereses, ideales y formas.

Cristo nos da la luz para entender de verdad este mundo y esta vida, y las fuerzas para afrontar los sufrimientos y dificultades de cada etapa. Vivir sin amargura, seguir creyendo en la bondad del corazón humano, tener la generosidad y las motivaciones adecuadas para poner coraje cuando la vida cuesta… eso lo da la contemplación de Cristo, de su vida, de su pasión, de su resurrección. Y el consuelo de experimentar que El es nuestro Cirineo en cada etapa del camino.

Jeremías, en la primera lectura se lamenta y protesta contra el mundo y contra la vida, y piensa que la palabra de Dios nos violenta, porque nos marca otro camino que el que nosotros desearíamos. Jesús hace que entendamos el amor y la vida de otra forma. Las desgracias nos dan la oportunidad de sacar lo mejor de nosotros, dándonos; y nos ayudan a experimentar el amor de Dios que nunca nos abandona. ¡Qué lejos queda el evangelio, de la actitud de “pasar” de quien nos incomoda y no sirve para nuestros intereses y metas humanas!

Dice Pablo en la segunda lectura: “presentad vuestros cuerpos como hostia viva”. Dios y los demás nos quieren a nosotros. Tenemos que darnos. Esto ha sido la vida del Señor, y esto espera que sea nuestro seguimiento de él. La vida es una pasión porque hay amor y buscamos un ideal muy alto de entrega. Como Cristo y con Cristo. Lo que no es esto, se cae solo, no convence a nadie y queda reducido a pura comedia.

No busquemos lo fácil ni huyamos de lo que nos supone sacrificio. No “descartemos” a las personas, como dice el Papa, cuando no sirven a nuestros intereses o caprichos. Como Cristo, afrontemos la vida con sus dificultades y seamos eficazmente sensibles al sufrimiento y a las necesidades del los hermanos.




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