jueves, octubre 7, 2010, 04:41 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDIARIO (día 10 de octubre)1ª Lectura: 2º de los Reyes 5, 14-17: Reconozco que no hay otro Dios en toda la tierra.
Salmo 97: El Señor revela a las naciones su justicia.
2ª Lectura: 2ª a Timoteo 2, 8-13: La Palabra de Dios no está encadenada
Evangelio: Lucas 17, 11-19: Levántate, vete, tu fe te ha salvado.
La primera lectura nos habla de Dios que no tiene acepción de personas, que hace el bien a todos (cura a Naamán el sirio). En Naamán encontramos al hombre que sabe leer en su vida los signos de salvación de Dios, que responde con sinceridad y confiesa públicamente su fe en el Dios de Israel, a quien quiere adorar y reconocer esté donde esté (el significativo gesto de llevarse con él la tierra de Israel). Y en el profeta vemos al servidor desinteresado que no quiere aprovecharse de la gratitud de los creyentes. ¡Qué actitudes más esencialmente evangélicas!
La segunda lectura nos centra en lo nuclear de la vida cristiana: Cristo. “Haz memoria de Jesucristo el Señor…resucitado…este ha sido mi evangelio”. Vivir como vivió Cristo. Así, nuestra vida comunicará a los demás el mensaje que es Cristo. “El permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”.
Del evangelio la idea central es la gratitud del samaritano curado, agradecido, que vuelve para dar gloria a Dios y que recibirá un don especial, el de la salvación: “tu fe te ha salvado”. El tema de “dar gloria” es muy tratado en Lucas: cuando nuestra vida, nuestra palabra…manifiesta la misericordia, el bien recibido…estamos dando gloria a Dios.
El evangelio nos muestra dos escenas: la petición de curación, por parte de los leprosos (la curación de esta enfermedad era considerada prácticamente imposible) y la gratitud y salvación del samaritano.
Los leprosos creyeron en la palabra de Jesús (“id a presentaros a los sacerdotes” y mientras iban de camino se realiza la curación. Creen en la Palabra de Jesús, por la fe se realiza la curación. Palabra y camino, creer y no parase ni rendirse. Después viene el milagro.
El leproso agradecido era un samaritano (¡qué insistente es el evangelio! Solamente desde las actitudes de mayor pequeñez se está en condiciones de ver y de tomar las verdaderas decisiones ante Dios y ante la vida).
Y volvió a Jesús, para dar gracias, para glorificar a Dios. Así abrió su vida a una salvación integral.
En la vida cristiana muchos no pasan de tener una relación con el Señor superficial, en la que se conforman con un milagro de curación, con una religiosidad que facilite su vida sin llegar a cambiar el corazón. El Señor espera que nos abramos a su misericordia y que correspondamos a ella.
El leproso agradecido se postró a los pies de Jesús dándole gracias. Pensemos en todos los que en el Evangelio se han postrado ante el Señor: desde los pastores y los magos, muchos enfermos y pecadores, hasta María Magdalena en la mañana de pascua. Cuando te postras te expresas en tu mas profunda verdad y salen los mejores y más nobles sentimientos.
Tener actitud de gratitud y de alabanza.” El leproso se volvió alabando a Dios en alta voz y se postró a los pies de Jesús dándole gracias”. Ni debemos tener vergüenza en expresar nuestro agradecimiento, ni en mostrar nuestra condición de creyentes.
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