Blog del párroco
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS (1 de noviembre de 2012) 
martes, octubre 30, 2012, 03:18 PM - Comentarios a las Lecturas
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS (1 de noviembre de 2012)

1ª Lectura. Apocalipsis 7, 2-4.9-14. Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas.

Salmo 23. Estos son los que buscan al Señor.

2ª Lectura. 1ª carta de Juan 3, 1-3. Veremos a Dios tal cual es.
Evangelio. Mateo 5, 1-12ª. Estad alegres y contentos porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

En el prefacio de la misa de hoy rezamos:
“Porque hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los santos, nuestros hermanos.
Hacia ella, aunque peregrinos en país extraño, nos encaminamos alegres, guiados por la fe y gozosos por la gloria de los mejores hijos de la Iglesia; en ellos encontramos ejemplo y ayuda para nuestra debilidad”.

La Iglesia celebra en una misma fiesta la victoria de los “mejores hijos de la Iglesia”, de “los que vivieron en tu amistad a través de los tiempos”. Sus nombres no son conocidos, pero están inscritos en el corazón de Dios y participan de la gloria del cielo para siempre. Ellos, perteneciendo a distintas culturas, en diversos lugares y tiempos, habiendo vivido retos y dificultades diferentes, lo han hecho desde el evangelio, siendo fieles a Jesucristo y trasmitiendo la fe en él. Ellos han sido y son los principales evangelizadores.

La fiesta de hoy, también nos recuerda que todos, por el bautismo, estamos llamados a la santidad, que el cielo es nuestra meta, donde contemplaremos a Dios tal cual es, y que contamos, por la comunión de los santos, con la ayuda de todos “los que nos precedieron en la fe”.

El Evangelio nos muestra el camino de la santidad. Un camino que nos da una felicidad y una plenitud que no encontramos en el mundo. Las bienaventuranzas nos asemejan a Jesús, son un proyecto de vida. Nos anuncian el valor de la sencillez que nos acerca a los demás; de la perseverancia en las dificultades, de la sensibilidad para acompañar a los hermanos en sus sufrimientos, de la misericordia como forma eficaz de amar; de la coherencia para ser fieles por encima de miedos e intereses, del vivir en paz y de tender puentes de paz para posibilitar el encuentro y la reconciliación entre las personas, de la verdad y la trasparencia que nos hace realmente libres. Precioso programa de vida. Proyecto para un hijo de Dios.

La vida de los cristianos unas veces conoce la experiencia de la alegría y otras la prueba del sufrimiento. Muchos santos han experimentado la soledad. Hoy, muchos cristianos de nuestro tiempo, son probados por el silencio de Dios. Las pruebas de la vida nos ponen en situaciones muy difíciles, nos sitúan ante el misterio de la Cruz y hacen que nos confiemos en las manos de Dios desde la fe.

El papa nos ha dicho en su reciente carta apostólica Puerta de la Fe, que lo que el mundo necesita son testigos de la fe, cristianos iluminados en la mente y en el corazón por la Palabra de Dios, capaces de abrir la mente y el corazón de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, esa que no tiene fin. Este es nuestro reto y nuestra misión, en este tiempo en el que muchos se han alejado de Dios y viven como si Dios no existiera.

Estos días recordamos a familiares y amigos difuntos. Visitamos en los cementerios sus tumbas y les ofrecemos flores, cirios y, sobre todo, oraciones y sufragios. Es piadoso rezar por los difuntos para que les sean perdonados los pecados y para que intercedan por nosotros que todavía peregrinamos en el mundo.

Que la alegría de la celebración de esta fiesta nos anime a crecer en santidad de vida, a ser testigos del amor de Dios.


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DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO (28 de octubre 2012) 
viernes, octubre 26, 2012, 12:46 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 30º DEL TIEMPO ORDINARIO (28 de octubre de 2012)

1ª Lectura. Jeremías 31, 7-9. Os congregaré de los confines de la tierra.

Salmo 125. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres

2ª Lectura. Hebreos 5, 1-6. El sumo sacerdote está puesto para representar a los hombres ante Dios…para ofrecer dones y sacrificios…para comprender…

Evangelio. Marcos 10, 46-52. Maestro, que pueda ver.

Hoy, como muchos domingos, la Palabra de Dios nos trae un mensaje de gozo, de consuelo, de liberación.

Jeremías, en la primera lectura, invita a los desterrados de Israel a alegrarse y regocijarse, porque Dios les ha reunido y les ha salvado. Dios siempre escucha el gemido de los pobres, de los que sufren, de los perseguidos…, como escuchó el gemido de los israelitas cuando estaban esclavos en Egipto. Nuestro Dios es especialmente sensible ante el sufrimiento humano de las personas y comunidades de todos los tiempos, y esto es para nosotros un motivo de confianza y de paz.

La segunda lectura nos presenta a Jesús como sacerdote, Dios y hombre verdadero, escogido de entre los hombres, compartiendo nuestras debilidades, menos el pecado, para que pueda comprendernos y cargar con todas nuestras miserias, y rescatarnos por el perdón de nuestros pecados. Jesús, sacerdote eterno, mediador compasivo, nos consigue el perdón de los pecados.

El evangelio es un encuentro entre Jesús y el ciego Bartimeo.
Jesús siempre pasa cerca, siempre escucha a quien le llama y siempre ve a quien le busca. Y actúa de manera directa y eficaz:” ¿qué quieres que haga por ti? Tu fe te ha curado”.

El ciego está al borde del camino pidiendo limosna. Ve como todo pasa de largo junto a él. Resultan molestos a la gente sus gritos y peticiones. El tiene algo de luz en su corazón, sabe que puede acudir a Jesús, y no tiene ningún respeto humano. Cuando Jesús pidió que le llamaran, alguien le dirigió una palabra de aliento: “ánimo, levántate que te llama”. Y él, dejó rápidamente lo que le molestaba, la capa (como hizo la samaritana con el cántaro), el pasado…y de un brinco se puso ante Jesús.

Su grito a Jesús, “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí” es la oración del sencillo y del pobre, la oración del creyente, la oración que llena de paz y serenidad el corazón de quien la susurra desde la confianza, “ten, Jesús, compasión de mí, tu el mesías esperado”. Y su petición, la oración de quien vive en la sombra, sin sentido…y sabe que Jesús puede dar un vuelco a su vida “Maestro, que pueda ver”. Y Jesús le curó la vista y le dio la fe, porque a partir de aquel momento “lo seguía por el camino”, ya no se pudo separar de él.

¿Somos conscientes de todas nuestras cegueras y oscuridades? Jesús en otro pasaje dijo “si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en la fosa”. Muchas veces no queremos ver para no cambiar y no tener que actuar. Debemos ser valientes y gritarle también al Señor: “Que vea”, a personas de quien paso de largo, a situaciones que provoco o consiento y que generan dolor, al mal que hago y que justifico. “Jesús, que vea”. Jesús nos da una luz nueva, para llegar al corazón de las personas y situaciones. Pero, no nos quedemos en análisis ni consideraciones; si vemos, ¿Tendríamos valor para abandonar pronto y de manera definitiva algunos planteamientos personales que nos hacen vivir en la oscuridad, desde nosotros y no desde el Señor?

La Iglesia y los cristianos tenemos que animar a que gente que se ha separado del evangelio y de la Iglesia escuchen la invitación del Maestro y vuelvan. ¿Cómo está nuestro ánimo evangelizador? ¿Nuestras rutinas, comodidades… nos hunden en nuestro propio desánimo y nos llevan a pensar que la nueva evangelización no es misión de todos? La increencia del mundo nos puede contagiar la falta de fe, sin embargo, el sacrificio de los cristianos que viven en situaciones difíciles, el testimonio de los mártires, nos debe alentar a ser apóstoles de verdad.

El encuentro con Jesús, el gozo de contemplarlo desde la oración nos debe hacer cristianos fieles, fervorosos y apostólicos. Que así sea

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DOMINGO 29º del TIEMPO ORDINARIO. DOMUND, Domingo mundial de la propagación de la fe 
sábado, octubre 20, 2012, 08:39 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 29º DEL TIEMPO ORDINARIO (21 de octubre de 2012) DOMUND. Jornada mundial de las misiones.

El cartel de este año nos presenta el lema “Misioneros de la fe” en el centro de la Cruz. En ella Jesucristo entregó su vida y de ella nace la fe como gracia que recibimos los bautizados. Mirar la Cruz suscita la súplica de los apóstoles: “Señor, auméntanos la fe” (Lc. 17, 15).

Al pie de la cruz están unas manos abiertas mostrando el mundo, manos de la Iglesia, de los misioneros, de todos los cristianos dedicados a la evangelización, que llevan a la humanidad a Jesucristo, para que renazcan a la vida de fe que nace de la cruz salvadora.

El Papa, en su mensaje para la jornada mundial de misiones nos dice: “Llamados a hacer resplandecer la Palabra de la verdad”
“Llamados”, urgidos a evangelizar. Es una llamada permanente en la Iglesia, a la Nueva Evangelización, dirigida a los países que fueron evangelizados, la vieja Europa, pero que se han descristianizado por el relativismo que nos impulsa a vivir como si Dios no existiera, y se vive la fe con apatía, sin convicción y sin entusiasmo. Y a la primera evangelización, a la misión “ad gentes” que es la que hizo nacer esta jornada y que en ningún momento podemos olvidar. La iglesia siempre tiene que llevar a Jesucristo a quienes nunca han oído hablar de Él, y aunque la nueva evangelización sea una tarea urgente, todas las personas tienen el derecho de oír alguna vez la buena noticia de que Dios es un padre, su padre, que les ama.

El mensaje del Papa nos urge a los cristianos, a las comunidades y a toda la Iglesia a no olvidar y a vivir la misión: “hay de mí –dice Pablo- si no anuncio el evangelio”. No es misión de la Iglesia jerárquica, toda la Iglesia es misionera y la fe se exprese en el anuncio y en el compromiso de la caridad. Todas nuestras celebraciones y actividades, personales y comunitarias deben tener esta “intención” misionera.

Estamos llamados a “hacer resplandecer la Palabra”, trasparentar a quien nos envía, que quien nos mire, vea a quien nos envía; pero ser muy explícitos en el anuncio, no reducirlo a buenos consejos generales sino proponer la Palabra, el mensaje salvador del Señor. Esto nos exige mucha coherencia de vida, expresando con nuestro comportamiento a Aquel en cuyo nombre hablamos y actuamos.

Y hablar y actuar con entusiasmo, con convicción. Jesucristo y su mensaje no deben quedar escondidos; a nosotros nos ha transformado y lo anunciamos para que los demás también tengan la vida nueva que nos trae Jesús y que en nosotros está realizando el Espíritu. Es el Espíritu quien nos urge y grita en nuestro interior.

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA

1ª Lectura Isaías 53, 10-11. Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años.

Salmo 32. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

2ª Lectura. Hebreos 4, 14-16. Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia.

Evangelio. Marcos 10, 35-45. El Hijo del Hombre ha venido a entregar su vida en rescate por todos.

Las tres lecturas nos invitan a poner los ojos en Cristo.
Isaías nos presenta al Mesías, al Siervo de Yavé triturado por el sufrimiento, cargando con los crímenes de la humanidad para ser el salvador de los hombres.

El autor de la carta a los Hebreos nos habla de Cristo sacerdote, compasivo, probado en todo como nosotros, menos en el pecado; Cristo es Mediador y camino que nos conduce al Padre y nos obtiene su misericordia.

El Evangelio presenta el contraste entre el interés de los hijos de Zebedeo, preocupados por el poder, la influencia…muy cercanos a nuestros intereses, a los del mundo, y la propuesta del Señor: el les anuncia su muerte, les pregunta si serán capaces de beber su cáliz, compartir su destino, y les dice que sus discípulos, como El, tienen que hacerse pequeños y tener actitudes de servicio y entrega hasta dar la vida.

En la pasión, Jesús, acepta el cáliz que le ofrece el Padre, ¿en cada Eucaristía a la que asistimos aceptamos el cáliz que nos ofrece Jesucristo?.

Por nuestro Bautismo, nosotros también hemos sido sumergidos con Cristo en una entrega dolorosa hasta la donación total. Bautismo y Eucaristía nos introducen de lleno en el misterio de la Pascua del Señor para que compartiendo su destino demos vida.

Misioneros de la fe, Testigos de la fe. Misioneros de Cristo, de este Cristo que nos llama a identificarnos con su vida y con su misión salvadora. Difícil reto identificarnos con El. Gran misión llevar a los hermanos de nuestro tiempo, tan llenos de otras cosas, el Evangelio de la salvación.


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DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO (14 de octubre de 2012) 
sábado, octubre 13, 2012, 01:42 PM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 28º DEL TIEMPO ORDINARIO (14 de octubre de 2012)

1ª Lectura. Sabiduría 7, 7-11. En comparación con la sabiduría tuve en nada la riqueza.

Salmo 89. Sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y jubilo.

2ª Lectura. Hebreos 4, 12-13. La Palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón.

Evangelio. Marcos 10, 17-30. Vende lo que tienes y sígueme.

El pasado jueves día 11, el Papa Benedicto XVI, abría en Roma el año de la fe que se clausurará en la solemnidad de Cristo Rey del año 2013. El Papa nos invita, a cada cristiano en particular y a toda la Iglesia, a crecer en nuestra fe personal, a salir de la apatía religiosa, de la comodidad y la rutina; a dejar de ser cristianos anónimos, sal sin sabor y lámparas sin luz… y a seguir a Jesucristo, a vivir su mensaje y a encontrar en él el sentido de la vida. Ser cristianos con una fe viva, que se contagie y trasmita a otros y que les ayude a encontrarse con el Señor y a vivir desde él.

Hoy en el evangelio se acerca a Cristo un joven con muchos deseos de perfección, le preocupa qué hacer para conseguir la vida eterna. Era un joven bueno, guardaba los mandamientos, pero el Señor le pide que le elija a él y que le prefiera más que a sus riquezas, más que a sus costumbres e ideas. Le faltó valor y confianza. El Señor no es algo mas entre todas las cosas de la vida, es el más importante y desde él hay que entenderlo y valorarlo todo. ¡Cómo iba a seguir a Jesús y convertirse en mensajero del Evangelio si antes no había sido ganado por él! Se marchó con la palabra de Jesús clavada en su corazón, lleno de tristeza. Seguir a Jesús exige transformarse en él, asumir su proyecto de vida y de acción y compartir su destino. Vaciarse de sí mismo para llenarse de Jesús.

Evangelizar no es vender un producto que llevo en la maleta sino mostrar a Aquel que ha llenado y cambiado mi vida, y con él, todo aquello de lo que vivo.

Cuando la Palabra de Dios llega a nosotros no puede dejarnos indiferentes. Es “espada de doble filo”, nos dice la segunda lectura, que nos llega a lo más hondo, que interpela, que realiza lo que dice, que es eficaz. Es una palabra que nos juzga y cuestiona, que nos llama al cambio personal, pero que nos da una gran paz y nos hace llegar a verdadera sabiduría. ¡Qué difícil resulta ser buen oyente de la Palabra de Dios! Hay que estar dispuesto a dejar lo que el Señor nos pida.

La vida nos presenta muchas cosas atractivas que nos distraen del verdadero camino. También resuenan muchos “ruidos”, unos proceden de dentro de nosotros y otros de fuera, que nos impiden escuchar al Señor con atención y libertad interior. Nuestra pobreza personal nos hace llenarnos de cosas (bienes, distinciones, categorías humanas…) a las que damos un valor absoluto y por las que sacrificamos otras muchas. Pero conseguir la verdadera sabiduría, una vida llena de sentido, una vida vivida desde Dios…supone elegir a Jesucristo.

El año de la fe nos quiere ayudar a que no perdamos el tesoro encontrado, que es Jesucristo, y que lo presentemos a los demás para que encuentren en él la fuente de la verdadera vida, de la “vida eterna” que buscaba el buen joven del evangelio. Esperemos que muchas personas se reencuentren con el Señor, que descubran la dulzura de su palabra y que experimenten la paz y plenitud de vivir de su verdad.

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DOMINGO 27º TIEMPO ORDINARIO (7 de octubre de 2012) 
sábado, octubre 6, 2012, 10:36 AM - Comentarios a las Lecturas
DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO (7 de octubre)

1ª Lectura. Génesis 2, 18-24. Serán los dos una sola carne

Salmo 127. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.

Hebreos 2, 9-11. El santificador y los santificados proceden todos del mismo.

Evangelio. Marcos 10, 2-16. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

El hombre y la mujer han sido creados para vivir su relación en una unión perfecta, para amarse hasta dejarlo todo, incluso al padre y a la madre. El bellísimo relato de la creación de la mujer de Génesis 2 nos enseña que la mujer, formada de la costilla del hombre, es la parte más intima, más necesaria, de la unidad que forman hombre y mujer, ya que nace del corazón de Adán, y que los dos unidos son un solo ser completo. Solo la mujer es capaz de aportar al hombre todo lo que le falta para ser feliz y estar realizado, ningún otro ser llena su soledad. El grito de admiración y de alegría de Adán expresa la unidad perfecta que están llamados a formar.

En el evangelio escuchamos cómo los fariseos, preocupados por la ley, vivida sin espíritu, le hacen a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba. O está contra la ley de Moisés, si no acepta las condiciones en las que se justifica el divorcio, o contra sí mismo, que predica el amor y contra lo que desde el principio ha dicho Dios.

Jesús nos recuerda el deseo de Dios desde el principio, deseo que es más que sueño, es mandato: el hombre y la mujer, serán los dos una sola carne, tendrán una misma historia, asumirán como propia la fragilidad y la pobreza del otro. Solo por “vuestra dureza de corazón” se permitió, provisionalmente, la ley de Moisés a la que hacen referencia.

Vivimos un tiempo en el que la mentalidad divorcista, tan extendida y generalizada, hace que se vea como normal el recurrir al divorcio ante cualquier situación de conflicto o simplemente de cansancio o desgaste de la relación. La causa siempre es la falta de amor y, muchas veces, la incapacidad para amar; la no valoración del matrimonio contraído y la falta de responsabilidad ante la palabra dada; el individualismo que hace que solamente se piense en sí mismo.

Para los cristianos el matrimonio es una vocación y un sacramento. Dios llama a realizarse entregándose a la persona amada; Dios llama a colaborar con él en la trasmisión de la vida; Dios llama a ser presencia en el mundo del amor de Cristo a la Iglesia; Dios llama a crear la primera comunidad, la familia, donde se encuentra apoyo y ayuda, se crece en generosidad por la entrega a los demás y se trasmite la fe, porque el hogar es la primera Iglesia doméstica.

Y es sacramento. Al sí de los esposos se une el sí de Dios, que se compromete a ayudarnos para que vivamos todas las exigencias del amor y cumplamos el encargo de vivir para el cónyuge, ocupándonos y preocupándonos de todo él, también de su salvación.

El matrimonio es el estado perfecto para la gente que se ama. El tiempo y la vida compartida hace que los esposos vivan todas las dimensiones del amor, desde la pasión a esa comunión interior que lleva a un conocimiento total, de pensamientos y sentimientos sin necesidad de que medie la palabra. Solamente el amor llena todas las soledades y vacíos; solamente el amor es camino de realización plena y de felicidad, el amor dado y recibido.

En el verdadero amor no hay decepciones, sino descubrimiento de nuevas dimensiones que manifiestan las necesidades que el cónyuge tiene. La pobreza, los defectos, los problemas del otro nos urgen a amarle más. Nadie conoce el corazón humano como Dios que nos ha creado y él nos dice que solamente una mujer es capaz de llenar la vida de un hombre y un hombre la de llenar la de la mujer.

El amor matrimonial es semejante al amor de Dios que sabe de sueños, proyectos, ilusiones, perdón, entrega…y de dar la vida, expresión plena del amor. El que más se entrega, mas ama.

Que la Virgen del Remedio, Titular de la parroquia, nos siga dando el Remedio que es su Hijo Jesucristo y nos enseñe a mirar llegando al corazón, sin juzgar y comprendiendo; a estar cerca desde la discreción, sin atosigar pero estando disponibles; a guardar en el corazón, curándonos de rencores; y, sobre todo, a saber estar junto al sufrimiento y a la cruz de los hermanos. Por eso es Remedio.

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