jueves, octubre 31, 2013, 12:02 AM - Comentarios a las Lecturas
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS (1-11-2013)1ª Lectura. Apocalipsis 7, 2-4.9.14. Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas.
Salmo 23. Estos son los que buscan al Señor.
2ª Lectura. De la primera carta de S. Juan. 3,1-3. Veremos a Dios tal cual es
Evangelio. Mateo 5, 1-12ª. Estad alegres y contentos porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Hoy celebramos en una sola fiesta a “cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos”, como decimos en una plegaria eucarística; a los amigos fuertes de Dios. A todos los que “forman parte de la asamblea del cielo” y vienen del mundo, “de la gran tribulación”, superando dificultades y pruebas, e interceden por todos. A todos los que “te han buscado con sincero corazón”. No conocemos sus nombres, muchos han dado sus vidas por Jesucristo, todos han sido testigos del evangelio.
Hoy recordamos que todos estamos llamados a la santidad. “Ser santo” suena como algo de otro tiempo, algo que no tiene nada que ver con lo que vivimos, pretendemos y somos. El “santo” vive como “hijo de Dios”, se parece a su Padre, en lo que ama y en como ama, en todo lo que es y en todo lo que hace. “Santo” no es el que practica bien la religión, sino el que vive como un buen hijo de Dios, el Santo por excelencia y la fuente de toda santidad.
Estamos llamados a ser fieles a nuestro Padre en todas las edades, condiciones sociales, estados de la vida…”Vivir santamente” tiene las mismas exigencias para todos, vivir las bienaventuranzas: elegir vivir con sencillez, compadecerse y ser misericordiosos, trabajar por tender puentes de encuentro entre las personas y procurar la paz, ser libre y caritativamente veraces, ser honrados y coherentes hasta el final, sentirse hijos de Dios y hermanos de los demás.
Las bienaventuranzas son el retrato más fiel que tenemos de Jesucristo; también son el proyecto evangélico más concreto de vivir como hijos de Dios y el camino para ser felices. “Ser santo” no es ser raro ni antiguo sino vivir desde el “Espíritu de Jesús”. El tener un determinado padre nos marca, el haber recibido mucho nos condiciona, por eso, lo normal en nosotros es querer vivir como “hijos de Dios”, como el Hijo propio de Dios. Y esto, no como una obligación que nos amarga y abruma sino como un proyecto de vida que nos enorgullece, dignifica y ayuda a nuestra realización personal. Los niños quieren ser como sus padres en todo; el cristiano, “se hace como un niño”.
Esta fiesta es de comunión. Estamos unidos a todos los que “nos han precedido en el signo de la fe y duermen el sueño de la paz”. La muerte no nos hace perder a nadie. Por la oración, desde el cielo o desde la tierra, intercedemos unos por otros, y esperamos en la vida que el Señor resucitado nos ha conquistado.
Estos días los cementerios parecen jardines. La flor expresa el amor y es signo de vida. Recordamos, agradecemos, añoramos, pedimos, esperamos…con oraciones y flores.
“Ser santos” en las circunstancias de vida por las que pasemos, en la tribulación de la historia personal que cada día escribimos cada uno de nosotros. Hemos blanqueado nuestras túnicas con el agua bautismal y hemos fortalecido nuestro corazón con la sangre del Cordero.
Ser santos. Vivir como hijos de Dios. Misión, destino. No podemos conformarnos con menos. Que así sea.
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