sábado, diciembre 24, 2011, 08:08 PM - Comentarios a las Lecturas
NATIVIDAD DEL SEÑOR (25 de diciembre de 2011)1ª Lectura. Isaías 9, 2-7. Un hijo se nos ha dado. La anunciada aparición de Jesús entre los hombres es luz, gracia y presencia de Dios.
Salmo 95. Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.
2ª Lectura. De San Pablo a Tito. 2, 11-14. Ha aparecido la gracia de Dios para todos los hombres.
Aleluya. Os traigo la buena noticia: Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Aleluya.
Evangelio. Lucas 2, 1-14. Hoy os ha nacido un Salvador.
Queridos hermanos: Esta noche hemos salido de nuestros hogares después de la cena familiar para, junto con otras familias, celebrar la Navidad del Señor. Hoy, hace 50 años, después de trasladar al Santísimo a nuestro templo, se celebraba la primera Eucaristía, la primera Navidad, en este templo parroquial. Nuestro primer recuerdo para todos los hermanos en la fe que durante estos cincuenta años han celebrado en este templo la Navidad del Señor.
Como cada año, hemos necesitado escuchar el anuncio del ángel que nos trae la mejor de las noticias: “Hoy, en la ciudad de David, (en cada rincón del mundo donde vive, sufre y muere cada ser humano) nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor”. Hay salvación para el hombre porque ha nacido el Salvador. La vida tiene valor y sentido, porque es don de Dios y Él mismo comparte nuestra condición humana. Hoy se ha manifestado su amor a todo ser humano, este amor que nos busca, que nos recrea, que nos hace descubrir la dignidad de cada persona, que muestra su preferencia por los pobres.
Porque hay Salvador hay salvación y es posible la esperanza.
Y “ahí tenéis la señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Los signos de Dios son concretos y claros; de amor y de paz. No asustan, conmueven.
Necesitamos contemplar y celebrar la Navidad para no olvidarnos de Dios y para mirarnos a nosotros con profundo respeto. ¡Somos tan pequeños y la vida nos puede llegar a agobiar tanto, que podemos llegar a pensar que estamos solos, que nadie arriesgaría nada por nosotros, que los demás valen menos, que el valor de la vida está en las cosas materiales, que la fuerza bruta lo consigue todo…y otras muchas cosas semejantes!.
El Nacimiento de Dios nos abre los ojos y el corazón. Dios es de otra manera y actúa de otra forma. Hemos visto sus formas, sus signos: un Niño, una Virgen, un establo…, pastores, ángeles, estrellas, cantos…regalos, amor…mucho amor.
Siempre los tiempos han sido difíciles. Pero siempre, sobre el ser humano, ha brillado una estrella. María contempla y guarda en su corazón. José, con fidelidad y perseverancia desde el silencio, cuida y provee; los dos viven de la Palabra a la que han consagrado sus vidas. El ángel anuncia y muestra el signo de Dios. Los pastores ofrecen. El Niño sonríe y acoge.
A todo esto nos invita la Navidad porque Dios es así con nosotros. Este es el verdadero Espíritu de la Navidad, el Espíritu Santo; un amor muy grande de Dios que nos quiere hacer semejantes a Él y que quiere que desaparezca todo lo que empequeñece y degrada al ser humano.
¡Feliz, fiel y santa Navidad!
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