domingo, octubre 30, 2011, 12:58 AM - Otros
CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS (2 de noviembre 2011)El día de los fieles difuntos, al recordar y rezar por nuestros familiares y amigos que han muerto, y sentir la necesidad de visitar sus sepulturas, tenemos ocasión de recordar verdades de nuestra fe, de gran belleza, que nos ayudan a vivir con más profundidad el momento presente.
El Bautismo nos incorporó a Cristo vivo, muerto y resucitado. El día de nuestra muerte experimentamos la plenitud, recibimos el premio final, compartimos la gloria y la victoria del Señor vencedor de los odios, violencias y muertes.
En Juan 14,14 Jesús, hablándonos de su partida nos consuela:” que no tiemble vuestro corazón…en la casa de mi Padre…me voy a prepararos sitio”. El cielo es nuestro sitio en la casa del Padre. La vida eterna nos permite vivir en comunión con todos los cristianos que”nos han precedió en el signo de la fe y duermen el sueño de la paz” a los que hemos profesado nuestra fe en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.
Hoy a muchas personas les pasa como al encerrado en un cuarto pequeño y sin ventanas para mirar a lo lejos: se pierde visión, hasta se tienen dificultades para abrir los ojos y no se puede ver en la distancia. Entonces uno solo se ve a sí mismo, solo está pendiente de las propias decesidades; en la salida hacia la libertad, el interés está en superar las barreras de la propia prisión más que en alcanzar ninguna meta.
Creer en el cielo nos da perspectiva. No es un paréntesis entre dos vacios inmensos Antes de la creación y después de la muerte), sino que Dios nos conduce hacia la plenitud de su vida.
Es preciso que haya un gran cielo para que tantas y tantas personas sencillas, pobres, explotadas, ignorantes, masacradas…que no han experimentado la vida en este mundo…vivan la plenitud que Dios les regala y a las que les llama a ser. El Dios que oye el lamento de los pobres, desde el comienzo de la revelación, los conducirá a una vida en plenitud.
¿Qué pasará con tantas personas discapacitadas, con tantos enfermos crónicos, con los niños llamados a vivir y abortados antes de nacer…con los niños “cazados y vendidos”…con las víctimas de tanto sufrimiento? El Padre les abrazará y les dirá “entra para siempre en el gozo de tu Señor”.
Sin el cielo la vida no tiene salida. Si no miramos hacia arriba no crecemos. Mirar al cielo no es escapismo de la realidad, es el impulso para recuperar muchas fuerzas porque el camino es largo.
El cielo nos ayuda a contemplar la belleza de la vida y el verdadero valor de las cosas. En el conoceremos a los santos que hemos admirado, veremos si las prostitutas y los publicanos nos han precedido, sobre todo contemplaremos cara a cara el rostro de Dios que ya no será el gran desconocido, Allí el Señor nos dará el agua de la vida a los que tengamos sed.
“PORQUE LA VIDA DE LOS QUE EN CREEMOS, SEÑOR, NO TERMINA, SE TRANSFORMA, Y AL DESAPARECER ESTA MORADA TERRENAL ADQUIRIMOS UNA MANSIÓN ETERNA EN EL CIELO”
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